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Lecciones griegas

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Lecciones griegas

 

Alto endeudamiento, escasa credibilidad y debilidad, tanto política para tomar las decisiones difíciles como económica para afrontar las dificultades han hecho de Grecia la principal víctima de la crisis financiera global. Una crisis que no solo han creado los deudores, debe anotarse, pues también los acreedores han prestado de manera irresponsable. Hoy, la crisis griega pone en riesgo a Europa entera, pues hay una moneda común y una economía integrada. Por eso lo que ocurre en el país mediterráneo es noticia mundial.

 

 

 

En 2009, el déficit público griego saltó de 3.4% a 12.7%, casi se cuadruplica. Mientras en 1999 la media europea de deuda era 71.7 puntos del Producto Interno Bruto, la griega andaba en 94. Siguió creciendo mientras Europa hacía esfuerzos por bajar, al punto de llevarla a 66.3% en 2007, al tiempo que el endeudamiento griego tocaba en 105% de su PIB. Para 2010 ya era 142.8, 57.2 puntos por encima del promedio europeo.

 

 

 
Europa, por solidaridad y porque no le conviene, no ha dejado sola a Grecia. En 2010 le metió el hombro con un primer rescate financiero en mayo. Otra vez en marzo de 2012 acudió en su auxilio. Pero las reformas, tardías y escasas, adelantadas por los partidos que metieron al país en el tremedal, provocaron la reacción de la población que ha movido su voto hacia sonoros discursos radicales, sean de izquierda como el ahora gobernante Syriza o neofascistas como Amanecer Dorado, acaso su sucesor en el poder cuando su inevitable fracaso se dé. Vieja La tentación de buscar salidas «fáciles” a problemas difíciles. Los demás países, que pagan la cuenta de cualquier auxilio, se ponen más exigentes. El dinero que ponen sale de sus pueblos.

 

 

 

 

El referéndum del domingo 5 deja la cosa peor. Ganó el NO a las condiciones europeas para un nuevo auxilio, pero como eso es lo que pide Grecia, ahora los que lo promovieron tendrán que negociar uno. Y el voto no acabó con el corralito ni con la mala situación.

 

 

 

La demagogia es la desviación de la república. Como la oligarquía cree que cuenta solo el interés de los ricos, la demagogia dice lo mismo del de los pobres. En la tiranía, vale solo el que gobierna. Y no es así. La víctima es el sentido común. El sentido de la política es el bien común. Las revoluciones vienen «del carácter turbulento de los demagogos”. Esas cosas las aprendimos de un griego llamado Aristóteles, quien las escribió muchos años antes de Cristo. Verdades que siguen ahí, intactas. En Grecia y en todas partes.

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

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