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Las hordas del régimen vomitan rencor

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Las hordas del régimen vomitan rencor

 

 

El régimen sabe hablar desde su odio. Hordas enfurecidas con las pasiones desbordando sus apariencias arremetieron contra la Asamblea Nacional. No se han recuperado de su estruendosa derrota del pasado seis de diciembre, siguen como almas penitentes llevando el luto que los muestra como viudas llorosas de un proceso en franco proceso de descomposición. Un fracasado Alcalde que presume de sus condiciones como acreditado psiquiatra pierde el control y actúa como un paciente que requiere aislamiento y medicación. Colérico e insultante estaba a punto de ser candidato a camisa de fuerza.

 

 

Un iracundo Jorge Rodriguez se desbordó como río caudaloso con un caudal de amenazas que lo hacen candidato al encierro. Se quitaron la careta para ir en contra de la institucionalidad y tratar de impedir que un cuerpo con vibrante autonomía desarrolle su loable labor en beneficio de todos. Les molesta que la misma tenga un funcionamiento acorde con el compromiso asumido con el pueblo venezolano que los eligió en el último proceso comicial. Este gobierno enseñó que la violencia es su tipo de sangre, que siempre mantuvieron esta característica como recurso irrenunciable; junto a ello utilizaron el ventajismo y la trampa para buscar liquidar nuestras libertades. Desde que irrumpieron en la noche de la traición sus actividades siempre las marcó la sospecha.

 

 

 

Cuando las cosas se complican aparecer las hordas de las sombras, el malandraje con rostros cubiertos y en altas cilindradas arremete contra la Venezuela honorable. Son especímenes que arrastran toda una carga genética de maldad, fueron alimentados doctrinariamente en Cuba y con sólidas conexiones con movimientos terroristas del mundo. Este hecho los hace particularmente peligrosos, y más cuando sus actitudes nacen de la puñalada por la espalda. Son traicioneros hasta en los huesos, no saben convivir en democracia.

 

 

 

Es un ejército de inadaptados sociales que expele veneno ideológico hasta llenar el receptáculo político de toda su fetidez.

 

 
Todo esto mientras Miraflores es un palacio sin presidente. Nicolás Maduro, deserta de Venezuela para refugiarse tras las bambalinas de miles de kilómetros en donde su estruendoso fracaso y orfandad de respaldo popular, se sienten como un cuerpo inerte que flota en el aire. Su manifiesta incapacidad crece con la misma profundidad de su voluminosa figura; producto de ser de los pocos venezolanos que tienen la posibilidad de comer abundantemente. Viajó en compañía de un séquito que disfruta de las miles del poder; hasta vimos el colmo de la desvergüenza en un Trio de damas disfrazadas de princesas del desierto, cuando en realidad se asemejaban a las brujas de Halloween. Un atuendo de espanto cuando sonreían en una especie de conjuro apache.

 

 

 

Hordas violentas y sin razón. Su espíritu perturbado vaga en las sombras hasta acobijarse con los esqueletos; su odio está allá de las fronteras del equilibrio. Siguen estando ebrios de fanatismo, espantos con la pólvora de un recuerdo del líder que el pueblo olvidó, el hombre que es padre de este desastre…

 

 

alexandercambero@hotmail.com

twitter @alecambero

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