Las cuatro reglas y mucho embuste
abril 2, 2016 7:27 am

 
Las matemáticas son traicioneras. En los tiempos en que el vicepresidente ejecutivo, Aristóbulo Istúriz, estudiaba Historia en el Instituto Pedagógico de Caracas se necesitaba mucha memoria para los números y destreza para la contabilidad. Las batallas, expediciones, asedios y emboscadas no se estudiaban de manera “documental y crítica”, como les gustaba llenarse la boca a los presuntos discípulos de ese portentoso historiador  que fue Federico Brito Figueroa, siempre más presuroso a odiar a la “burguesía” que a encontrar la verdad, sino que eran una lista de mercado: cantidad de cañones, fusiles, pistolas, lanzas, hombres, caballos, reservas de agua, días de viaje para llegar al campo de batalla, etc.

 

 

Quizás de esos recuentos se deriva la animadversión por los números del muchacho de Barlovento y fue la causa de que transmutara su vocación histórica por la actividad política, con saltos dialécticos, y no tanto, hasta llegar a las filas del PSUV. Disciplinado y tratando de mimetizarse con las tecnologías a mano, que no tienen que ser modernas ni avanzadas, sino avasalladoras, se plantó ante las cámaras de televisión para transmitir un parte que en otros tiempos le correspondía a funcionarios de menos relumbrón, como el jefe de la OCI.

 

 

La pobreza gráfica de las láminas que aparecían en los dos o tres televisores de plasma que estaban a su lado, era directamente proporcional a la poca credibilidad de las cifras. Cuesta mucho creer, que en los 10 días santos se movilizaran 18,9 millones de personas y apenas gastaran 60,45 millardos de bolívares, 3.205,31 bolívares por persona, monto que apenas alcanza para una sopa de pescado y un par de cervezas. ¿Las otras comida del día y de la semana, el pasaje y los gastos varios e imprevistos no se contabilizan?

 

 

Entiendo que con la crisis económica que atraviesa el país, el vicepresidente ejecutivo, no puede ser todo lo veraz que quisiera. Daría una imagen equivocada del venezolano al mundo. No se entendería que mientras una alta proporción de la población no encuentra la comida diaria ni las medicinas, y el salario apenas le alcanza para el pasaje, un número bastante representativo puede “movilizarse” y afrontar los gastos que implican, tanto para el turista como para el gobierno, que casi los espera con alfombra roja en playas y playitas.

 

 

En 2014 se dijo que más de 400.000 pasajeros habían salido del terminal de La Bandera. Este año, que Aristóbulo anunció un incremento del número de viajes de casi 40%, apenas atendieron 167.666 viajeros. Algo falla en las cuentas oficiales, quizás las 4 tablas. Vendo calculadora sola

 

Ramón Hermández