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La salud: Q.E.P.D

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La salud: Q.E.P.D

El sistema de salud venezolano agoniza. Muere con cada paciente que no puede ser atendido porque los hospitales sufren la falta de recursos, el deterioro de sus infraestructuras y equipos; así como la terrible escasez de medicamentos.  Muere nuestro sistema de salud, porque viene arrastrando las consecuencias del descuido de años -que suman décadas. Porque el problema de la salud en Venezuela no es nuevo. No ha habido un gobierno –ni el actual, ni anteriores- que pueda jactarse por sus logros en esta materia. Quizá solo éxitos aislados y uno que otro remiendo de las fallas, todo gracias a la mística y la vocación de nuestros doctores que hoy, para mayor desgracia, prefieren emigrar a otras naciones donde aprecian sus conocimientos y experiencias adquiridas en esta maltratada patria.

 

 

 

La salud pública es el dolor permanente y agudo de los médicos que dan la cara por ella y que revientan de impotencia cuando la vida de un paciente depende de la ceguera y terquedad de un Estado que se niega a enmendar sus errores. La salud pública es la desgracia de quienes no pueden costearse una consulta privada y la vergüenza de quienes han tenido en sus manos la responsabilidad de hacer de ella un sistema eficiente y, por el contrario, la han convertido en la fuente de negocios oscuros y chanchullos favorecedores a su peculio.

 

 

 

Muere el sistema de salud venezolano, con cada enfermo que, por falta de tratamiento o intervenciones quirúrgicas, se acerca aceleradamente al momento de su defunción. Mientras que, en el puerto de La Guaira, en contenedores que están expuestos a la inclemencia de la temperatura caribeña, centenares de cajas de medicinas enviadas por Caritas, desde Chile, se aproximan a sus fechas de vencimiento por la tozudez de un régimen que se resiste a reconocer la urgencia…”Los delitos de lesa humanidad no prescriben”, me repito como consuelo cuando veo las actuaciones soberbias de quienes hoy ostentan el poder.

 

 

 

Recibí en días pasados, a propósito de este tema, el relato de un compatriota venezolano, quien se vio en la obligación de emigrar a otras tierras para salvar la vida de su hija. No fue fácil, nadie puede dudarlo; sin embargo, su vivencia revela la viabilidad de un programa de Seguridad Social, en el que lo primordial es el paciente y su atención médica, accesible y de bajo costo. Me permito, previa su autorización, compartir su experiencia:

 

 

 

“Mi hija menor, nacida en 1999, sufrió un problema hepático llamado ?atresia de las vías biliares?, una dolencia bastante rara (se calcula que se da en 1 de cada 20.000 niños), y que, aunque se le hicieron múltiples tratamientos en Caracas, al final el diagnóstico fue la absoluta necesidad de trasplante.

 

 

 

Yo, como cualquier venezolano de esa época, pensé que el destino era Estados Unidos; pero, el médico tratante de mi hija en Venezuela, nos hizo todos los trámites y nos remitió al Hospital La Paz de Madrid, que fue donde la trasplantaron al mes de haber llegado a España.

 

 

 

España ni remotamente es un ?país perfecto?. De hecho es un país que es muy similar a nuestra Venezuela de los 70’s; pero, tiene la enorme bendición de no tener petróleo, y eso ha hecho que los organismos públicos funcionen, porque aquí se paga por absolutamente todo.

 

 

 

El tema social (Sanidad y Educación), son dos cosas muy particulares en este país: a nadie se le ocurra defraudar a Hacienda o dejar de pagar la Seguridad Social porque las multas son ?sonadas?. Hágase una idea: si usted trabajara aquí sería, seguramente, un trabajador autónomo. Eso significaría que usted pagaría (aproximadamente) unos 300€ mensuales a la Seguridad Social; además de los impuestos a Hacienda por sus trabajos (facturas).

 

 

 

Aquí hay muchas ayudas por discapacidades, temas familiares, vejez, entre otros. Pero, ni es gratis ni son dádivas del gobierno: aquí se paga por presente y futuro. Volviendo al tema salud, España es un país con problemas muy diferentes a Venezuela. No olvidemos que España es un ?invento?: fue la suma de diferentes coronas (feudos), con influencias romanas y árabes, y eso marca muy significativamente el carácter de los diferentes españoles; quiero decir, no son iguales ni se parecen los vascos a los andaluces, ni los catalanes a los madrileños; pero se unifican, sobre todo, cuando se toca el tema de la seguridad social.

 

 

 
En España, existe la salud privada; pero, tanto por mentalidad como por equipamiento, se usa para cosas menores. Un tratamiento de importancia (como lo fue el trasplante de mi hija), no se hace en clínicas privadas, porque el equipamiento y los profesionales, sólo los tiene la seguridad social.

 

 
La seguridad social crea un expediente de cada paciente, y esa persona será atendida en toda España con ese expediente. Las citas que esa persona tendrá con su hospital, la seguridad social las costea. Mi hija se trasladaba cada 3 meses a su consulta desde Mallorca a Madrid por avión con su madre, y todos los gastos los cubría la seguridad social.

 

 

 

Las medicinas de un trasplantado son bastante costosas. El inmunosupresor que ella tiene que tomar de por vida, costaría alrededor de 150€ la caja, que le alcanzaría para un mes. Con la seguridad social esa medicina me cuesta alrededor de 4€. ¿Gratis? ¡claro que no! Aquí es más caro pagar la seguridad social que el mejor seguro privado del mundo. Pero, la seguridad social es el pilar más importante de esta sociedad y funciona”.

 

 
¿Cuán lejos estamos los venezolanos de contar con un sistema así? Espero que no dependamos del diagnóstico de los paramédicos cubanos, ni de los médicos integrales, esos galenos “express” que ha graduado esta Revolución.

 

 

 

 José Domingo Blanco

mingo.blanco@gmail.com

@mingo_1

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