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La República del hambre

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La República del hambre

La idílica República de Platón es solo un sofisma de los doctos, nuestros frisos democráticos carecen del esplendor que reinó en las tierras del pensamiento. La nuestra decayó tanto que miles de sus ciudadanos rebuscan en la basura; tal despropósito solo es posible en revolución. Las manos desesperadas recogen cualquier cosa que pueda paliar el hambre, originada por una política criminal orquestada por la dictadura. Lo último que hicieron fue secuestrar el pan de los pobres, ahora vemos los exhibidores vacios con un cartelito que anuncia la falta del mismo. Es el gobierno de los estafadores, cuantiosos recursos generados por la renta petrolera fueron a parar a los bolsillos privilegiados de una casta revolucionaria podrida. Fue tal su raigambre en los intereses que terminaron abrazándose con el narcotráfico internacional. Sus cuentas individuales no resisten una somera revisión de un organismo independiente, por eso buscan dialogar para poder lograr mantenerse en el poder y así evitar terminar presos como vulgares delincuentes. Muchos de ellos tienen expedientes abiertos en tribunales norteamericanos en donde se conocen sus amplias actividades en el delito, el manto de complicidades está a punto de rasgarse completamente. Faltan algunos detalles para completar la perfecta jugada que los deje al descubierto. Solo un corto tiempo para verlos juzgados en tribunales decentes.

 

 

 

Familias enteras revisan en las bolsas de basura. Es un espectáculo quejumbroso, la ruina económica triturando los huesos del pueblo; la radiografías de la hambruna como horizonte funesto del gobierno que tenemos. Para desgracia cada día son más los que acuden al mercado de los desperdicios, otros se concentran en sitios estratégicos para pedir o inclusive para robarle a cualquier anciano o señora lo que pudo obtener después de permanecer en una gigantesca cola. La desesperación por lograr comer algo es una bomba a punto de estallar, la realidad de la gente se está circunscribiendo a sobrevivir en condiciones infrahumanas. Pocos pueden darse el lujo de disfrutar de unas vacaciones decentes. Los recursos no le dan a una familia para concederse algunos disfrutes, su única posibilidad es lograr no terminar entre indigentes. Ni hablar de las consecuencias que esto supone: este hecho lamentable condena al futuro de la nación a tener carencias que serán reflejadas en un cuadro severo de desnutrición en niños y ancianos. Se multiplicaran las enfermedades así como los problemas de aprendizaje y deserción escolar. De no cambiar esta dictadura condenaríamos a Venezuela a despedazarse entre hordas que claman por alimento. Esta pesadilla es absoluta responsabilidad de un modelo totalitario inspirado en la destrucción masiva. Su incapacidad para promover una economía de fuerte inversión social derivó en una realidad espantosa.

 

 

 

Hurgar en la basura parece ser la última oportunidad. Conseguir entre los restos de los desperdicios algo para comer: el anhelo del pueblo insatisfecho. En las calles la gente aguarda para revisar lo que colocan en las afueras de los restaurantes o negocios de comida rápida. Niños en manada que piden las sobras, jóvenes que se prostituyen por un plato de comida. La revolución devorando a los hijos del pueblo que dice representar. La desgracia de un régimen que sembró la semilla de la mendicidad en densos sectores de la población. Nuestra república iza la bandera del hambre que engendró la dictadura, dramática realidad de la cual saldremos pronto cuando aplastemos la pesadilla, quienes matan al pueblo con sus políticas criminales deben ir directo a la cárcel…

 

 

 

alexandercambero@hotmail.com

@alecambero

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