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La realidad como enemigo

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La realidad como enemigo

¡Qué cara nos sale la irresponsabilidad! La nota predominante es la misma del manejo del Esequibo, solo que esta vez a un costo mayor y por lo tanto con más implicaciones morales

 
¡Qué cara nos sale la irresponsabilidad! La nota predominante es la misma del manejo del Esequibo, solo que esta vez a un costo mayor y por lo tanto con más implicaciones morales. Pero, como aquella, no es diferente a las políticas que han traído la inflación más alta del mundo y una escasez de cualquier cosa necesaria que no puede justificarse con excusas.

 

 
Poco y mal comprende el Gobierno la vida en la frontera. Lo mismo que no acaba de calar el alma tachirense, cuyos apegos al trabajo, al orden y al progreso le resultan exóticos. Por eso, elección tras elección lleva tan duro en aquellos parajes, y solo por excepción -y por equivocación- ha salido triunfante.

 

 
No se da cuenta de que en la frontera, esa zona de convivencia e intercambio vivos, desembocan los problemas de los países colindantes. Que las deformaciones económicas producidas por políticas tercamente mantenidas, favorecedoras de la especulación y la corrupción, tienen que impactar allá con características especiales. Como está impactando en toda Venezuela, en la población civil que necesita, busca y se rebusca. Y en el seno de la Fuerza Armada, a la que se le ha infligido serio daño.

 

 
No se ve el venenoso ingrediente que se inocula en la vida social con cualquier forma de xenofobia. ¿Cómo ignorar los peligros que se atraviesan en el camino de tan señalada imprudencia? Ello, mientras se manipulan con ligereza las disposiciones constitucionales en materia de estado de excepción, diseñadas para evitar males mayores que hoy se menosprecian.

 

 
En un hecho doloroso y alarmante, como las heridas graves a unos oficiales de nuestra Fanb, en vez de detenerse a reparar en sus causas profundas, alguna “sala situacional” recomendó “aprovechar” para lanzar una gigantesca operación de propaganda. El país debe darse cuenta del perjuicio que ocasiona a todos que se sustituya acción de gobierno por hegemonía comunicacional, así como a las políticas y la administración públicas por esa noción bélica que ve en todo una batalla donde el “enemigo”, a fin de cuentas, es la realidad.

 

 
Pasa en la frontera con Colombia, como en la suerte errática de nuestros derechos en el Esequibo. Tapar la irresponsabilidad con propaganda. Tal y como se intenta, a través de la consigna de “guerra económica”, disimular el fracaso que destruye la producción y deshace la moneda. O echarle a otros la culpa de la delincuencia impune. Es negocio de unos pocos en perjuicio de la mayoría.

 

 
Ramón Guillermo Aveledo  
@AveledoUnidad

 

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