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La pesadilla se llama hiperinflación-madurista

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La pesadilla se llama hiperinflación-madurista

En economía, la hiperinflación es una inflación muy elevada, fuera de control, en la que los precios aumentan rápidamente al mismo tiempo que la moneda pierde su valor real y la población tiene una evidente reducción en su patrimonio monetario. La definición usada por la mayoría de economistas es un ciclo inflacionario sin tendencia al equilibrio. Se origina un círculo vicioso en el que se crea más y más inflación con cada repetición del período. Aunque existe debate acerca de las causas últimas de la hiperinflación, se hace visible cuando hay un aumento imparable del suministro de dinero o una degradación drástica de la moneda, y se asocia con frecuencia con guerras (o sus consecuencias), depresiones económicas, y trastornos sociales o políticos.

 

 

No importa cuántas fallas del Gobierno -y/o de la oposición, sin entrar en detalles-, siempre termina en el drama que padecen millones de ciudadanos todos los días, sean oficialistas u opositores, tengan o no ideologías políticas. O sea, el económico. El de los bolívares que no se sabe muy bien de qué son soberanos, porque cada día pueden comprar menos. No es simple asunto de adversar al régimen -el castro/madurismo/comunismo, es la victimización de quienes no sólo padecen miseria, escasez, inseguridad, o cualquiera a quien la autocracia apunte echarle culpa de la presunta muchas veces alegada y nunca demostrada guerra económica.

 

 

 

La hiperinflación no es casualidad, ni generada por planes perversos que suelen ser, en todo caso, para combatirla. El problema de la inflación galopante es intensamente humano, y lo han padecido antes países latinoamericanos. El Banco Central de Venezuela dejó de publicar datos de inflación, y el FMI argumenta que la República Bolivariana no está al día con la mayoría de sus estadísticas económicas clave, lo que deja a los economistas escasos datos a la vista.

 

 

 

La inflación calculada para los venezolanos en 2019 -estimación más alta para cualquier país seguido por el Fondo Monetario Internacional-, año difícil y complejo, los entendidos más optimistas la estiman por encima de los millones%, lo que será una tortura padecerla y un sacrificio sufrirla. La hiperinflación se disparará incontrolada, acelerada, desbocada; cerca del millón% mensual, dicen atrevidos economistas, y que a diario serian cientos%. Por si fuera poco, el PIB caerá en 6% este año 2018, y en 2019 se aproximará cerca del 25%, desplome serio y delicado. El desempleo pudiera superar 35%, sería gravísimo. El deterioro de los servicios se acentúa sin intenciones de acomodo. Aumentará el éxodo en proporciones que pondrán en serias dificultades a nuestros vecinos. El dólar seguirá siendo escaso, y por ello, alcanzará precios exorbitantes, enfrentaremos fluctuaciones nunca experimentadas del tipo de cambio paralelo, y se calcula su valor para finales de año -2018- en 400 soberanos y para el año que comienza dentro de pocas semanas, no hay quien se atreva mencionar su posible valor.

 

 

Hoy la inflación es insoportable, su consecuencia será, caos, anarquía, ingobernabilidad. Muy pocas naciones son capaces de sobrevivir semejante escenario económico, quienes tienen responsabilidad de dirigir deben recapacitar la dirección de la economía, o será forzoso un cambio político. El asunto reviste complejidad, exigencia y conocimientos, es lento de resolver, pero no imposible, lo lamentable es que pedantes creen que a Dios puede agarrársele por la chiva, deberían tomar muy en cuenta que se equivocan.

 

 

La hiperinflación significa que no importa cuánto devengue mes a mes, haciendo abstracción de los ricos que saben hacer reservas previsoras, corruptos y sinvergüenzas que insaciables siempre quieren más, la caca puede ser un pozo interminable, y siempre ganará menos de lo que necesita. En América Latina los casos han sido más frecuentes por la incompetencia y estupideces comunes a civiles y militares que se creen en la obligación de salvar a la Patria de errores, conduciéndola a colosales equivocaciones, buena parte debidas a la soberbia, limitaciones mentales e ignorancia.

 

 

 

Esta Venezuela que está erosionando acelerada a Maduro y su régimen castrista comunista, más del 85% de los venezolanos consideran que el país está mal o muy mal, estamos en crisis, una inmensa mayoría -80%- rechaza a Maduro; y eso, lo conduce a encadenarse cada día más a bayonetas y mentiras, porque no sólo el chavismo primero estatizó a mansalva y sin criterio, ¿se acuerdan de aquél domingo de “exprópiese” así al dedo por ciento, de la estatización de haciendas que vendrían expertos a ponerlas a producir para el pueblo?, después no han sabido qué hacer con lo robado por las buenas o malas. Venezuela lleva casi veinte años auto flagelándose y haciéndose más pobre cada día.

 

 

Para financiar su derroche de Cucarachita Martínez sin Ratón Pérez que muriera por ella, Chávez llamó a chinos, iraníes, rusos, Odebrecht y cuanto resultado del proceso digestivo, se refiere a los deshechos fecales, abundaba, ¿se acuerdan?, vinieron rápido, expedito y repletos de sonrisas, Venezuela tenía lo que necesitaban, abundante petróleo, reserva acuífera, electricidad, recurso humano asequible y capacitado, minerales, espacio, y un Gobierno que creía lo bueno era para siempre y sin requisitos.

 

 

Más temprano que tarde nos veremos en la obligación de comprar Petros, será de uso obligatorio para aspectos de la convivencia, a pesar de que no es dinero desde el punto de vista legal, ni siquiera una criptomoneda. Es una tosca burla de grosera creación para obtener divisas y liberar el flujo de caja. Desde el punto de vista jurídico genera demasiadas dudas como título de valor; y por si fuera poco lo anterior, está sancionado por la OFAC.

 

 

@ArmandoMartini

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