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La muerte, unidad de medida

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La muerte, unidad de medida

“El tiempo venezolano ya no se mide en horas, sino en muertos”, me dijo el joven diputado Miguel Pizarro. Sus palabras sintetizan con claridad elocuente que nos acercamos, aceleradamente, a enfrentar como nación una emergencia humanitaria. ¿Exagerado? No lo creo. Lo llamativo es, claro, que esta emergencia se produzca luego de la década de ingresos fiscales más portentosos en la historia del país. La crisis tiene rasgos coyunturales, por el pésimo manejo de poder, tiempo y recursos. Y estructurales, porque es el modelo rentista el que ha hecho aguas.

 
Las vidas en peligro por la falta de medicamentos e insumos médicos, por el número de quirófanos que no funcionan en los hospitales del país, van sumándose a las cifras estremecedoras de víctimas de una violencia criminal desmadrada que mata por cualquier cosa. Y ojo que se nos pueden colar por donde mismo el hambre o la mala alimentación.

 

 

La preocupación por la experiencia de vivir en Venezuela acompañada de los estudios técnicos serios y rigurosos nos hacen encender sirenas de alarma. En el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro decidimos dedicar un foro a plantear a la opinión pública la cuestión de la emergencia humanitaria. La audiencia escuchó atenta y, a ratos, abrumada la información que le ofrecieron Rodrigo Agudo sobre la crisis agroalimentaria, Norberto Bausson sobre la crisis en el servicio de agua potable, Julio Castro sobre la crisis sanitaria con énfasis en los medicamentos, y Ricardo Villasmil acerca de la situación extrema que padecen tanto la situación fiscal como la economía de la gente. Al país de la fantasía pintado en el discurso repetido y la propaganda incesante lo desbordó la vida. El drama del venezolano de carne y hueso rompe las cadenas, las de radio y televisión quiero decir. Es imprescindible encarar la realidad tal como es, para poder impulsar el cambio que sumando buenas decisiones, multiplicando el esfuerzo para ejecutarlas y mantenerlas, y reduciendo las equivocaciones, nos permitan sacar este país adelante.

 
Emergencia humanitaria, sí. Lo decimos responsablemente. Emergencia porque se trata de una situación de peligro o desastre que requiere atención inmediata. Humanitaria porque afecta a la vida humana, a la supervivencia. Cendas dice que en enero la canasta básica familiar subió 13.3% en enero con respecto a diciembre, tras un año con inflación en doscientos por ciento y varios seguidos con la tasa más alta del mundo. Sería ocioso discutir la validez del dato, que si es o no “guerra económica”, porque todos vivimos aquí, con la probable excepción de un puñito de enchufados que se quedaron pegados al disco de las excusas. La situación ha llegado a una gravedad tal que si se toman decisiones inmediatas y se cuenta con los recursos ahora escasos, tardaríamos meses en ver soluciones más o menos paliativas.

 

 
La emergencia humanitaria que amenaza a Venezuela nos alerta y nos convoca. Políticos del gobierno y la oposición, empresarios, trabajadores, medios, ciudadanos. El tiempo venezolano marca la hora de la verdad, esa que no admite demoras.

 

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

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