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La mentira como coraza

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La mentira como coraza

 

A Pedro Llorens, in memóriam

 

William Castillo es el director de Conatel, un puesto de alta responsabilidad, dirían los portaestandartes intelectuales del régimen. Con sus asesores y siguiendo las directrices de Miraflores, Castillo decide qué pueden ver los venezolanos en la televisión y qué no pueden escuchar en la radio. Es, a todas luces, la versión radioeléctrica del historiador Vitelio Reyes, devenido en el jefe de censura de la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez.

 

 

Vitelio se hizo famoso entre los periodistas no tanto por su estilo para empuñar el lápiz rojo sino por la precisión con la que tachaba las palabras. Castillo no es tan diestro con las tijeras, tampoco lo fue con la pluma cuando le tocó ejercer el periodismo. Sus condiscípulos en la UCV lamentan que por conexiones políticas y otros ventajismos non sanctos se le asignaran puestos de alta responsabilidad en materia informativa cuando todavía sus destrezas, sus conocimientos y sus humos no se habían aquietado y su efervescencia política lo incitaba a embestir los molinos que confundía con monstruos. Ascendió muy pronto y descendió a los infiernos.

 

 

Su pasantía como jefe de prensa de VTV coincidió con el escándalo que fabricó el gobierno contra los directivos de Econoinvest para tapar uno real: Pudreval. Dicen en las escuelas de periodismo que los errores de los médicos están bajo tierra, pero que los que cometen los reporteros siempre quedan en las páginas de los periódicos, ahora en Youtube. Castillo valiéndose de su parentesco con Nahunimar Castillo, la interventora que cometió todas las irregularidades posibles en su año y medio de gestión, tantas que Jorge Giordani exigió su destitución, hizo con dos ayudantes una serie de reportajes que tituló “Las miserias del capitalismo”, llenos de mentiras y falsedades, que embarraron la reputación de personas de comprobada honestidad. Sin embargo, y contra toda razón, fueron premiados por el gobierno y alabados por Hugo Chávez.

 

 

La justicia demostró que todo aquello que “investigó” Castillo y sus pinches fue un vulgar guiso del peor periodismo, pero el ahora director de Conatel cree que el error quedó bajo tierra y viajó a Ginebra para mentirle a un comité de expertos de la ONU. Con la misma cara de tabla con la que sacó del cable el canal NTN24 por asuntos fútiles, les dijo que en Venezuela había plena libertad de expresión y que los periódicos no tienen papel por corruptos. Vuelve a la mentira, a las miserias del peor socialismo. Vendo armadura de embuste y tijera de podar.

 

Ramón Hernández

@ramonhernandezg

 

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