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La mejor palabra es la que no se dice…

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La mejor palabra es la que no se dice…

Mucho se ha escrito y analizado sobre el final de esta era. Palabras al aire y al papel que no encuentran desenlace. Especulaciones de elevadísimas…

 

 

 

Es cierto. Una imagen vale más que mil palabras. Pero una palabra –bien dicha–vale más que mil imágenes mientras una mal dicha puede significar perderlo todo. En todo caso es la palabra la que termina definiendo una relación sea de amor, de trabajo, de amistad o de poder.

 

 

 

Decir que en Venezuela hubo un atentado contra del Sr. Nicolás Maduro es palabra seria. EL análisis no es sólo la intentona sino la cadena de desenlaces, versiones y reacciones sobre el hecho. La vulnerabilidad de casa militar. La estampida de pelotones en formación, normal en materia de cobertura, abrigo y encubrimiento, pero impropia como pelotón de resguardo presidencial. Ocho anillos de seguridad caricaturizados. Acusaciones en contra el expresidente Santos que buscan un pronunciamiento de Duque por su cercanía a Trump, siendo que EEUU posee bases militares en la frontera con Venezuela a todo gañote. Se les ve el bojote de terror hacia Duque. Inculpan a los diputados Julio Borges y Juan Requesens con verbo ligero, incauto e irresponsable. Lejos de asestar la verdad evidencian un tufillo a parapeto. Siembra de un guión de “testimonio anticipado” al estilo Giovanni Vásquez, aquél impostor que usó Isaías Rodríguez para incriminar a Patricia Poleo, Nelson Mezerhane y los hermanos Rolando, Otoniel y Juan Guevara de la muerte de Danilo Baltasar Anderson. ¿Serán ahora los colombianos Juan Carlos Monasterio y Mauricio Jiménez los nuevos “testigos anticipados”? El exfiscal Hernando José Contreras Pérez denunció a Isaías en su momento. Y Chávez lo mandó de embajador… Así protegía el comandante a sus guasones…

 

 

 

Y fueron por Requesens

 

 

Alegando “flagrancia” –sic– otro concepto mal acuñado, el gobierno va por Requesens. Usan flagrancia para justificar captura sin defensa y debido proceso… Flagrancia es aquel delito que se ejecuta al tiempo y oportunidad que el perpetrador es descubierto –in fraganti– por la autoridad. El diputado Juan Requesens no fue detenido con el dron en la mano o cuando huía del lugar de los hechos. Incurre en una muletilla artificiosa quien apela a la flagrancia para incriminarlo…Y después el infame video. Una imagen bochornosa que más evidencia la tortura y el cocido a que fue sometido Requesens que una confesión. Juegan nuevamente con el honor de los inocentes, su integridad física y con la dignidad de la opinión publica.

 

 

 

Estamos en presencia de pura y dura propaganda antillana para criminalizar y esconder la grave crisis que atraviesa el país. La palabra mal dicha por incierta, difamante y maniquea, coloca al gobierno en una vergonzosa fragilidad peor que mil drones estallándole en la cara. Luce cierto que hubo un atentado. Fidel Castro era experto en sacarle punta. Pero de allí a levantar una conjura televisada con “testigos anticipados” (Dixit Isaías Rodríguez) y burundanga, coloca a la cadena de mando a merced de una nueva afrenta de lesa humanidad igualmente televisada, confesa y sin potaje de por medio, que debe ser sancionada muy celosamente por la comunidad internacional. Tolerar atropellos de este calibre –que obligan la intervención inmediata de la justicia global– arguyendo formas, protocolos y tecnicismo procesales, también es delito por denegación de justicia. La mejor palabra es la que no se dice, la que se ve, la que se siente, la que se hace… Es la palabra hecha justicia.

 

 

El punto de quiebre…

 

 

Mucho se ha escrito y analizado sobre el final de esta era. Palabras al aire y al papel que no encuentran desenlace. Especulaciones de elevadísimas expectativas que rompen nuestra confianza grupal y espíritu de lucha. Hemos sido derrotados por el discurso engañoso del gobierno, y por sopas de letras de corte muy emocional de “analistas” opositores. Entre timos de un gobierno populista y una oposición embargada de criticismo por nosotros mismos, fuimos llevados a la lona de las frustraciones, la inmovilización, la desesperanza aprendida. Nos han hecho cosas más que seres pensantes. Nos han hecho leger al decir de Hannah Arendt. Gachas que orinamos. Despojos de todo orden ético convertidos en deshecho moral. Alma en pena que levita sin rumbo como los judíos en los campos de concentración. Fundamento predecesor del holocausto. Y ahora Requesens. El que nos puede devolver el sentido crítico y consciente o derrotarnos más. Recuperar el sentido de perplejidad o evacuarlo. Pasar de la indiferencia y el egoísmo por sobrevivir yo a sobrevivir todos. De la habituación a la barbarie a la indignación. De lo que no podemos callar ni esperar a la acción. Es la palabra no dicha a la que se le da vida…racionalmente.

 

 

 

Maduro caerá en silencio el día que dejemos de decir “Maduro dimite, Maduro renuncia o vete ya”. Todo acabará hablando menos, criticando menos. La impudicia, el sistema de subsidio selectivo de la gasolina, la escasez y la cacería de brujas serán bases de una nueva alianza con el pueblo. La indignación de una sociedad fatigada debería ser factor de catalización. El punto de quiebre y de salida. Piense un segundo que Requesens es su hijo. Vilipendiado, torturado, humillado. Asuma ese dolor como propio y hagamos lo que históricamente los pueblos hicieron por liberar su vergüenza: ¡rebelarse! Palabra dicha…

 

 

 

Orlando Viera Blanco
@ovierablanco

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