La lenta implosión del narco-régimen
agosto 14, 2017 1:42 pm

 

Hay, al menos, cuatro vías para terminar con la pesadilla chavista: la vía política, la vía económica, la vía de la rebelión ciudadana y la vía militar. Estas cuatro vías no son excluyentes y, en teoría, pudieran transitarse en paralelo. Hasta ahora, tres de esas vías han sido utilizadas por el pueblo venezolano pero de manera ineficiente y, por ello, como en el cuento de Augusto Monterroso, cada día que despertamos la bestia está allí.

 

 

 

La vía política ha sido esencialmente electoral. Por 18 años el país la ha estado transitando y, con frecuencia, alega haber sido objeto de fraude. Ese fraude ciertamente ha existido más de una vez, pero el país no ha sido capaz de perseverar en sus reclamos. Por algunos días o semanas después de cada acto electoral fraudulento el liderazgo democrático hace acusaciones y, de repente, un buen día guarda silencio y va de nuevo a otro torneo electoral, para ser nuevamente defraudado. Ese fracaso puede explicarse por nuestra incapacidad para aprender de nuestros errores y por  la cobardía de algunos líderes políticos. La incapacidad de aprender de nuestros errores ha sido tan grande que, aún hoy en día, una porción de la oposición política se prepara para unas nuevas elecciones fraudulentas, todavía manejadas por los criminales del régimen, controladas por quienes han sido identificados plenamente, por la misma oposición, como ilegítimos, corruptos y poco confiables.

 

 

En paralelo a la vía electoral se han estado llevando a cabo tentativas de sanción política al régimen en los organismos regionales como la OEA, en el seno de la cual estas sanciones han fracasado, debido a la existencia de un grupo de pequeños países comprados por el petróleo venezolano que se niegan a aprobarlas. Los países miembros de Petro Caribe actúan como mercenarios y bloquean la aplicación a Venezuela de la  Carta Democrática Interamericana. La OEA no ha sido capaz, a pesar de tener a su lado el 90% de la población de la región, de actuar sin el lastre de esos mercenarios y, como resultado, está paralizada en su gestión.

 

 

La vía económica ha sido transitada casi exclusivamente por el régimen. La incompetencia y la corrupción que caracterizan al chavismo han logrado destruir económicamente al país. Hoy día, después de ingresos nunca vistos antes en nuestra historia, Venezuela está en bancarrota financiera y el narco-régimen ha terminado por entregarse en manos de Rusia y China, países que lo han estado financiando de año a año, obteniendo a cambio importantes tajadas de nuestros activos minerales y petroleros. Rusia y China han estado comprando el país a precio de gallina flaca. Cada préstamo que el régimen recibe de estos países aumenta la ruina financiera del país puesto que la deuda debe ser pagada con petróleo y cada barril que se destina a pagar esa deuda disminuye los ingresos nacionales y aumenta, por lo tanto, la necesidad que tiene el narco-régimen de endeudarse más y más. Esa carrera maldita hacia la ruina representa uno de los crímenes mayores de la pandilla chavista en estos 18 años y merece prisión perpetua para los cabecillas. En sentido económico el país está hoy inerme, progresivamente arruinado y llegará un momento en el cual se paralizará por completo. Esta vía conduce al suicidio de la gentuza chavista, un suicidio que dejará un país destrozado.

 

 

 

La vía de la rebelión ciudadana ha sido transitada de manera epiléptica por el país. Etapas intensas han alternado con etapas de pasividad casi total frente al régimen. En este momento una de esas etapas de mayor intensidad de rebelión ciudadana se ha debilitado debido a la mezquindad de una parte del liderazgo político. Los venezolanos nos sentimos traicionados por quienes han preferido la coexistencia pacífica con un  régimen al cual ellos mismos han definido como ilegítimo, violador de derechos humanos, cruel y corrupto. Esta es una vía que ha sido dolorosa y ha exigido grandes sacrificios del país, pero está siendo invalidada por la mediocridad del liderazgo político.

 

 

 

La vía militar no ha sido ensayada y, creo, no lo será nunca. La sola mención de esa posibilidad por boca de un presidente como Trump, quien tiene graves problemas de credibilidad, ha generado una reacción adversa fuerte por parte de países que han mostrado hasta ahora poco interés en ayudar a la democracia venezolana y hasta por la misma MUD, la cual  ha adoptado la sumisión como estrategia. Los países y líderes domésticos que oponen esa intervención militar están en lo correcto por las razones equivocadas. La intervención militar regional no es en principio  equivocada, es extemporánea, sobre todo al tener a Trump como promotor. Los países se oponen a tal intervención porque ella sería una bofetada al sector político y diplomático que ha permanecido inerme frente a la tragedia venezolana por estos años. Esos países, podría decirse, ni han lavado  ni prestan la batea. Quienes no han utilizado las vías de las sanciones políticas y económicas para ayudar a la democracia venezolana bloquean también la vía militar.

 

 

 

Y, entonces, se preguntará el lector. Como salimos de esta gentuza chavista? Vista la mediocridad del liderazgo mundial y doméstico que ha estado a cargo de hacer el trabajo (exceptuando a Almagro, Leopoldo, María Corina, Ledezma y los venezolanos de a pie), pienso que el narco-régimen solo saldrá del poder por la vía de una implosión financiera. Cuando el botín se agote y no pueda seguir llenando  los bolsillos de los miembros de la pandilla, entonces pelearán entre ellos. Esa, sin embargo, es la vía más ineficiente para salir de la tragedia venezolana.  Será  un proceso todavía largo, el cual costará miles de vidas venezolanas víctimas de la represión, el hambre y las enfermedades.

 

 

 

Lo peor de este desenlace es que dejará un país en ruinas materiales y espirituales, sin la aplicación de justicia, insatisfecho por no haber podido expulsar de su seno al narco-régimen por sus propios actos de rebeldía.

 

 

Gustavo Coronel