La humillación como castigo
agosto 8, 2015 5:54 am

En algunas alcaldías chavistas de la zona central del país, sus alcaldes aseguran haber encontrado una fórmula eficaz para terminar con el «bachaqueo» en el país y en definitiva con las colas de gente buscando los productos básicos.

 

 

Estos líderes locales han dispuesto una campaña ejemplarizante, mediante la cual, todo aquel que es encontrado vendiendo productos regulados, es uniformado con una braga color naranja, y escoba en mano, se le lanza a la calle portando en las espalda un letrero que destaca: «Soy bachaquero y quiero cambiar».

 

 

La iniciativa tomada por algunas alcaldías del estado Aragua y Carabobo parece que ya tiene seguidores en la región y muestran con orgullo en las redes sociales la aparentemente «exitosa medida».

 

 

Una nota sobre el tema difundida por el portal «Efecto Cocuyo» describe una gráfica difundida por un funcionario en Facebook: «en la foto aparece una pareja de espaldas. A un lado, una montaña de productos regulados que representan un tesoro para cualquier venezolano que padece la escasez: detergente, compotas, harina PAN, desinfectante y pañales. Cuatro funcionarios de la Policía Municipal de Ribas se paran orgullosos de espaldas a un afiche improvisado de Hugo Chávez. Levantan el pecho para la gráfica; los supuestos revendedores bajan la cabeza. Sobresale en la escena las bragas anaranjadas y el cartel que tienen pegados en la espalda: Soy bachaquero y quiero cambiar».

 

 

En la misma nota refieren una declaración del alcalde de La Victoria, Juan Carlos Sánchez, del PSUV, quien explicó: «que se trata de un plan estratégico para sancionar moral y jurídicamente a los bachaqueros. La medida se aplicará para quienes venden cupos en las colas, revendedores y gestores de documentos de identidad. La sanción moral consiste en hacer cumplir a los bachaqueros trabajo social de calle con la limpieza de espacios públicos, y uniformarlos con una braga de color naranja suficientemente llamativa».

 

 

Otro alcalde, Rafael Lacava, de Puerto Cabello, quien se ha unido a este «plan estratégico», indica la nota de Efecto Cocuyo, que uniformó a los revendedores que fueron capturados en estos hechos y los puso a hacer trabajo comunitario. «Para eso se creó la braguita anaranjada donde debían barrer en los sitios donde se le conseguía bachaqueando, para que todo el mundo visualizara la ilegalidad de sus actos», y asegura que en 10 meses acabó literalmente con el tema del bachaqueo en la ciudad de Puerto Cabello». Agrega el alcalde: «el bachaquero es como una plaga, se descuida un día y los tienes otra vez en la calle haciendo de las suyas. Esto es un plan donde uno no puede tirar la toalla».

 

 

Desde luego que resultaría inútil que los expertos del área económica tratasen de explicar a estos alcaldes que el «bachaqueo» no es la causa de los males del desabastecimiento y ese ciudadano condenado a la braga amarilla, es solo la consecuencia de los controles en la economía y la reducción del parque industrial del país. Como tampoco que los «bachaqueros» no son la punta de lanza de un plan imperialista llamado «guerra económica».

 

 

Pero más allá de eso resulta inevitable recordar la historia de la llamada Gran Revolución Cultural, en la China de Mao, cuando disidentes políticos, comerciantes y hasta maestros con pensamiento libre, eran obligados a desfilar por las calles de las ciudades con bragas llamativas, para ser expuestos públicamente como traidores.

 

 

Por supuesto que la analogía tal vez no encaje con la Venezuela actual, que a pesar de los cambios sufridos en los últimos años, sigue siendo un país del mundo occidental y tradición de libre pensamiento. Pero acciones en las que se expone al ser humano al escarnio público, calificadas como «sanciones morales», es un asunto como para reflexionar hacia dónde se quiere llevar esto.

 

 

Francisco Olivares

@folivares10