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La hora de la verdad

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La hora de la verdad

Tanta era la gente y tal el ambiente que no le extraña a uno que hubiera problemas

 
Porque tenía clases pasé por la enorme cola del Bicentenario -por fin, ¿cómo se llama ahora?- de Terrazas del Ávila, segundo sábado consecutivo de aglomeraciones ahí. Tanta era la gente y tal el ambiente que no le extraña a uno que hubiera problemas. Dijo el Presidente el miércoles que esa red de distribución se había “podrido”. ¿Qué esperar? Igual llegan noticias de saqueo o conatos por alimentos en Carabobo y en Bolívar. También protestas por luz y agua en San Juan de los Morros y por cauchos en Barquisimeto.

 

 

Cierto que el problema tiene implicaciones de orden público, pero sería contribuir a su agravamiento reducirlo a eso y resolverlo con represión, de calle o selectiva, como parece ensayarse equivocadamente en Guayana con cierta dosis de cinismo. La cosa está seria, muy seria, y no es momento de trivializarla buscándole falsas soluciones en el campo de la comunicación política.

 

 

El giro al pragmatismo insinuado al remover al ministro de la fantasía, reemplazarlo por alguien más aterrizado del equipo del Vicepresidente ejecutivo y decidirse a decidir, tiene muchísimos menos grados de los necesarios, al menos a juzgar por las medidas publicitadas. Sobre todo si se las empaqueta en un discurso que es el mismo de la demagogia que se resiste heroicamente a abandonar su batalla irreductible contra el sentido común, cueste lo que cueste a la gente que tiene que pagar más caro, no consigue y siente cómo se empobrece minuto a minuto.

 

 

Si al discurso y la propaganda nos atenemos, poco puede esperarse de un equipo gubernamental que no sabe, no quiere o no puede rectificar, aunque la realidad se lo exija con un dramatismo que solo puede crecer y hacerse más y más difícil de controlar.

 

 

De la acera del frente, de la coalición alternativa que debe cruzar la calle hacia la responsabilidad máxima de modo pacífico, democrático, constitucional y electoral, lo que el país entero espera es conducción. Certezas en medio de la incertidumbre, definiciones ante la indefinición, seguridades ante la inseguridad. Partidos, mayoría parlamentaria, tres gobernadores, alcaldes que gobiernan 42% de la población, varios centenares de concejales y legisladores. No basta que cada quien se luzca mostrándonos su ingenio, su visión más clara y mejor. ¡Cuidado con la feria de ideas! Confiamos en que harán bien lo que saben hacer: ponerse de acuerdo en una estrategia nacional compartida y ejecutarla con éxito. Porque llega la hora de la verdad.

 

 

@AveledoUnidad

 

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