logo azul

La hora de Colombia

Categorías

Opiniones

La hora de Colombia

Descienden los espíritus de la quietud, las aguas represadas del odio deben ser absorbidas hasta hacerlas crónicas de libros olvidados. El sorprendente resultado del plebiscito de paz en Colombia, reabre todo un cuadro político en el que primero se debe pensar en la suerte de la nación. Es tan complejo el escenario que la incertidumbre es un guardián que ronda los pensamientos de los protagonistas. La pequeña diferencia entre quienes apoyaron o rechazaron el acuerdo, es precisamente su mayor riesgo: que la prepotencia de quienes se alzaron con la victoria o la frustración del gobierno no terminen haciendo de la paz otro puente dinamitado. Es fundamental que todos los factores tengan la capacidad de conseguir vasos comunicantes para imposibilitar que las heridas sigan emanando dolor y desencuentro; saber leer las dispares estadísticas en las distintas regiones es un magnifico espejo para observar el rostro de una nación que no debe ahondar en la úlcera. Sería peligrosísimo que la guerrilla retome el camino de la violencia, que su intención de abandonar la lucha armada prosiga hasta lograr que una paz sin impunidad pueda obtenerse. Son más de cincuenta años de una guerra inútil, un ejercicio sangriento en donde miles de hogares se llenaron de sórdidos capítulos de ataúdes. Resguardando historias truncas que sucumbieron ante la emboscada de las ráfagas de sangre. Que las FARC puedan cambiar las armas por el sagrado dictamen del voto ciudadano es una probabilidad que zanja cincuenta años de futilidades. Nadie puede abrogarse el derecho de arruinar opciones que propendan en un beneficio para todos. Ahora es fundamental sentarse a negociar una paz duradera y sin impunidad por Colombia. Si logran salidas efectivas la nación en pleno podrán ir aislando a grupos violentos que solo quieren pescar en río revuelto, esa ganancia de pescadores resentidos contribuiría a crear un clima de zozobra para los acuerdos.

 

 

 

Colombia marca la hora de su razón. Es tiempo que los grandes políticos escuchen a la patria profunda, que sepan leer en sus viejas heridas de angustias y sufrimientos. Poner el oído en el tronar de las injusticias; son esas historias de pasado incognito lo que alimenta siglos se esclavitud. La democracia no es solamente el ejercicio del voto sino también llevar progreso a quienes solamente son una partícula de ciudadanía. Es hora de sindéresis y equilibrio en medio de las diferencias. Ningún factor del engranaje político puede solo, la historia los obliga a entenderse por la paz. Una paz que no sea impunidad ni tampoco el embrujo vengador de espada reluciente….

 

 

 

 

 

alexandercambero@hotmail.com

twitter @alecambero

Comparte esta noticia:

Contáctanos

Envíe sus comentarios, informaciones, preguntas, dudas y síguenos en nuestras redes sociales

Publicidad

Si desea obtener información acerca de
cómo publicar con nosotros puedes Escríbirnos

Nuestro Boletín de noticias

Suscríbase a nuestro boletín y le enviaremos por correo electrónico las últimas publicaciones.