La gran carta de la oposición venezolana está aún por jugarse
septiembre 22, 2016 8:12 am

Casi 17 años han pasado en Venezuela desde que el difunto llegó a la presidencia de la república. Desde el primer momento sabíamos lo que vendría, aunque muchos venezolanos defensores de la democracia le firmaron un cheque en blanco y representantes de instituciones esenciales, como la Corte Suprema de la época, le dieron todas las facilidades para que él procediera a prostituirlas.

 

 
PDVSA, un fuerte reducto de honestidad profesional, cayó algunos años después, debido a una crisis generada por el difunto, según lo admitió en cínico discurso pronunciado ante la Asamblea Nacional , en Enero de 2004, ver: https://www.youtube.com/watch?v=DhKxPNmewA0

 

 

A medida que la situación venezolana empeoraba, la oposición comenzó a hacer toda clase de esfuerzos para impedir la ruina del país, esfuerzos que no produjeron el efecto deseado. El difunto continuó destruyendo a Venezuela, prostituyendo instituciones, acompañado de una pandilla que se enriquecía de manera obscena, favorecida por la fragmentación de la oposición. La Salida, liderada por Leopoldo López, fue un intento de acción cívica que debilitó significativamente al régimen pero no logró su objetivo al no ser acompañada por una buena parte de los líderes de la oposición, apegados a lo que ellos definían como una solución pacífica, constitucional y electoral. Y así hemos llegado hasta hoy, un país ya arruinado material y espiritualmente, una Venezuela irreconocible para quienes conocimos y recordamos el país anterior.

 

 

 

Hoy estamos ante una nueva encrucijada y ya no creemos poder resistir más encrucijadas que no nos lleven a la meta deseada, es decir, la recuperación de la democracia, de la libertad y de la dignidad perdidas. Lo hemos apostado todo a un referendo revocatorio que es pacífico, constitucional y electoral. Pero, como ha ocurrido innumerables veces en el pasado, esa vía se nos cierra debido a las maniobras de la pandilla chavista, decidida a permanecer en el poder a toda costa. Todo parece indicar que no habrá revocatorio este año, que es cuando se requiere para que el país tome otro rumbo.

 

 

 

¿Entonces? Se habla de terribles alternativas como la guerra civil, lo cual es tan impensable que muchos compatriotas parecen estar dispuestos a arrodillarse en paz antes de arriesgar una confrontación violenta que pueda poner en peligro la vida de los venezolanos. Yo creo que ese escenario determinista de guerra civil o paz a toda costa es falso. Creo que la oposición venezolana tiene una carta poderosa que jugar y esa carta es constitucional y pacífica, si no electoral. Es una carta que se ha podido, quizás debido, jugar mucho antes pero que ahora parece que no puede ser postergada. Se trata de la rebelión civil, de un proceso masivo de desobediencia civil indefinido que incluya acciones tales como:

 

 

Huelga general

 
Marchas

 

 
Ocupación pacífica de calles y avenidas

 
Desobediencia civil pacífica

 

 
Determinación ciudadana de desconocer al régimen. Por ejemplo: negarse a pagar ISR ante un gobierno ilegítimo

 

 
Acciones de la Asamblea Nacional para desconocer a las instituciones que están fuera de la ley

 
Denuncia de Maduro como Colombiano de manera formal ante el país por parte de la AN. Maduro tiene la carga de la prueba y quedaría desnudo ante el mundo si no prueba su nacionalidad venezolana

 

 
Postura de la Sociedad Civil de claro desafío ante el régimen

 

 

 

En paralelo con estas acciones a nivel nacional pueden y deben intensificarse las presiones internacionales de organizaciones como la OEA, Mercosur, la Unión Europea, UNASUR (Los países de UNASUR deben manifestarse, no solamente su Secretario General, quien es un mercenario al servicio del régimen) y de países individuales como es el caso de las sanciones impuestas por USA en contra de funcionarios corruptos y violadores de los derechos humanos. Ninguna de estas acciones generaría violencia desde la oposición (las sanciones pueden ampliarse al campo económico).

 

 

 

Es solo desde el régimen que se puede generar violencia. Si ello sucediere, no creo que la Fuerza Armada se ponga sólidamente a favor del régimen ni creo que habrá una confrontación entre sectores de la Fuerza Armada, lo cual –realmente – no ha ocurrido nunca antes en nuestra historia. Y si la Fuerza Armada actuara en plan de represión, no creo que nadie en la región pudiera protestar en contra de una intervención de los países del hemisferio para proteger a los ciudadanos venezolanos.

 

 

 

Creo que la región está lista para ver a los venezolanos decidirse de una vez por todas a desalojar al régimen chavista del poder. El gran error de quienes ven al diálogo como la solución es asumir que hay en Venezuela dos partes igualmente honestas, civilizadas y deseosas de salir de la crisis de manera racional. Quienes vean en el chavismo una fuerza capaz de hablar, de rectificar, de actuar honestamente se equivoca. ¿O es que no están ante nuestros ojos los 17 años de crimen, abuso, corrupción y prostitución de instituciones que revelan sin duda alguna la perversidad del régimen?

 

 

 

En Venezuela hay hoy una población harta del chavismo y un deseo abrumador de salir de esta tragedia. Se requieren los líderes que se pongan a la cabeza de la sociedad venezolana para ir a esta confrontación civil, pacífica y constitucional contra un régimen que ha destruido a Venezuela.

 

 

 

Las conversaciones entre la oposición y los actores internacionales deben incrementarse significativamente para lograr esta concurrencia de presiones. La gente que represente a la oposición venezolana no puede estar al servicio de sus agendas personales o de tribales o, mucho menos, en contubernio con el régimen.

 

 

 

Los venezolanos debemos llamar a la rebelión civil, pacífica y constitucional, decidida a enfrentar al régimen sin límite de tiempo. Está con nosotros el día en el cual los venezolanos salgan de sus casas y no regresen a ellas hasta que el régimen chavista se haya ido del poder. Toda una nación no puede ser sometida a los designios de una pandilla de algunos centenares de bandidos obsesionados por la codicia y el poder, al margen de las leyes y la constitución de Venezuela.

 

 

Gustavo Coronel