La expedición a Noruega
mayo 29, 2019 4:21 am

 

Existe alta probabilidad de que los delegados de Guaidó a Noruega cierren ese capítulo esta semana, al plantear como condición ineluctable la salida de Maduro de Miraflores. Es lo que ha ofrecido Guaidó y el país entero ha compartido.

 

 

Esta ruta puede ser tortuosa si se le buscan las cinco patas al gato. Hay quienes plantean que una opción sería que Maduro y Guaidó abandonaran sus respectivas posiciones «presidenciales» y que un chavista simpático, en caso de haberlo, ocupara el cargo hasta unas elecciones en las que competirían ambos.

 

 

Otros argumentan que si se le ofrecen al país elecciones «libres», aun con Maduro en Miraflores, la pela opositora al régimen sería imbatible, porque “con este CNE se le ganó a Maduro la AN”. Mas aun –se argumenta– si hay un cambio en el CNE, supervisión internacional y liberación de algunos presos políticos (dentro de los cuales los dialogantes no siempre incluyen a los militares y policías) sería un tiro al piso. Todo hacia 2020.

 

 

Esas tratativas no conducirán a nada por las restricciones existentes en la negociación; la fundamental de las cuales es que tanto el régimen como Guaidó y sus representantes tendrían que renunciar a sus irrenunciables. En el caso de la pandilla roja tendría que aceptar poner en cuestión la continuidad de ese bochinche criminal que llaman revolución; en el caso de Guaidó, tendría que renegar del «cese de la usurpación» como condición primera.

 

 

El diálogo de Noruega ya ha favorecido a Maduro aunque al final no obtenga nada específico, que, por lo demás, Guaidó no está en condiciones de ofrecer. He sostenido que el régimen ha ganado tiempo y algunos, no sin argumentos, me han increpado: ¿qué tiempo ganó Maduro que con otra estrategia le habríamos suprimido?
El régimen ha ganado un tiempo en el que ha fortalecido sus alianzas, se ha convertido internacionalmente en heraldo de un diálogo en el cual no cree, ha logrado “la neutralidad benevolente” de la Unión Europea. En cambio Guaidó y la alianza nacional que ha representado han perdido el apogeo, por los desastres del 23 de febrero (“sí o sí”), el levantamiento del 30 de abril asociado a Padrino López y el Maikel, la forma en la que se manejó lo de los bonos 2020 y ahora lo de Noruega. Ha sido el mismo tiempo cronológico para el régimen y la oposición, pero para el primero ha sido de reajuste y para el segundo de desgaste. A ambas fuerzas afecta la catástrofe humanitaria: sí, Maduro es el culpable; pero la desesperanza se impone hacia todo.

 

Puede rehacerse la dinámica si se coloca la salida del régimen en el primer lugar, lo cual requiere sincronizar la fuerza para hacerlo: fuerza cívica organizada (no me refiero a marchas), fuerza militar organizada, y fuerza internacional para la intervención humanitaria. Esta ruta podría restaurar la alianza nacional y global

 

 

Carlos Blanco

@carlosblancog