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La destrucción de PDVSA

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La destrucción de PDVSA

 

 

 

La crisis de PDVSA corre en paralelo con la crisis del país. En el año 2002 se cometió “un genocidio laboral”, dice el experto Eddie Ramírez, cuando fueron despedidos 23.000 trabajadores calificados, 67% de la nómina ejecutiva gerencial, 67% de la nómina mayor (profesional, técnico y supervisorio), 29% de la nómina menor (operadores, artesanos, secretarias) y 27% de la nómina diaria (operadores y mantenedores). Irresponsablemente fueros sustituidos por un personal sin competencia, atendiendo conveniencias políticas.

 

 

 

Somos un país petrolero que importa petróleo, gasolina y diesel. En el último informe mensual sobre el mercado publicado por la OPEP, se registra que en el pasado mes de octubre la producción se situó en 1,17 millones de barriles diarios, muy lejos de los 3,5 millones de barriles diaros que extraíamos en 1999 al asumir Chávez el poder. Es la menor producción en tres décadas, con excepción de la que hubo en la huelga de fines del año 2002 y comienzos del año 2003. La producción sigue a la baja, lo que impide aprovechar los buenos precios actuales, y se pronostica que estará por debajo del millón de barriles el próximo año. Porque no sabe lo que dice, Maduro ha declarado que la producción petrolera se duplicará en un año y que “como sea” se proveerá “un millón de barriles para China”, ignorando que esa no es una cuestión que se pueda ordenar.

 

 

 

El economista José Toro Hardy considera que “estamos en un punto de destrucción masiva de la economía venezolana y parte de esa destrucción es la de la industria petrolera, porque es la que alimenta básicamente a la economía de la sociedad”. En un artículo que tituló “Salvajismo petrolero”, hace un retrato de PDVSA y de la situación en el área, destacando el default en el pago de las obligaciones financieras y comerciales, el brutal deterioro en nuestras refinerías e instalaciones, la falta de mantenimiento y de inversiones, la degradación de CITGO y el riesgo de perderla, el endeudamiento irracional, etcétera. Concluye en que “no puedo recordar ningún otro precedente de un nivel de destrucción petrolera tan masiva a nivel mundial”, si se exceptúa la ocurrida en 1991 cuando Saddam Hussein fue expulsado de Kuwait e incendió los pozos petroleros de ese país.

 

 

 

Al desastre brevemente reseñado, hay que añadir la corrupción que galopa a todo dar en los negocios de PDVSA, con informaciones que fatigan a los portales de Internet, las páginas de la prensa escrita y los noticieros de radio y televisión.

 

 

 

Carlos Canache Mata

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