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La culpa la tuvo Noruega

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La culpa la tuvo Noruega

 

 

Guaidó arriesga su vida, libertad y destino por darle a un pueblo defraudado una vida libre, próspera y feliz.. Sin atrincheramientos

 

 

El día que amaneció de golpe en Venezuela, un Teniente-Coronel llevando a la muerte a inocentes soldados Venezolanos, cometió el peor de los delitos: instigación a delinquir, traición a la patria, usurpación, rebelión militar y homicidio culposo. Pues léase bien que lo contrario a esa pérfida, celestina, cobarde e innoble conducta es lo que hoy lidera el Presidente Juan Guaidó. Así de claro, así de sencillo, así diáfano.

 

 

Guaidó arriesga su vida, libertad y destino por darle a un pueblo defraudado una vida libre, próspera y feliz.. Sin atrincheramientos. ¿Quién puede pensar que vamos por mala ruta con tal demostración de desprendimiento? “La ingratitud nunca tuvo cara de victoria y del agradecimiento jamás me arrepiento” decía la abuela. Aquellos que les unge no ser quienes gozan de la aceptación ciudadana, calmaos. Aquellos que la soberbia los lleva a dividir a cuenta de sus ansias de poder, serenense. Aquellos que padecen de recelos filosos incontrolables al punto de quemar la pradera antes de verla reverdecer, mediten: Quienes no van bien, son ustedes…

 

 

Carencias que nos anulan.

 

La hispanidad es compleja. Es dominante, tosca, intemperante, desafiante, competitiva. Herencia imperial que arroja para la historia inmaculados episodios de conquista civilizante pero también despojos avasallantes. Y dejan huella…

 

 

Venezuela. Una capitanía general subyugada a los propósitos de Fernando VII desde 1492, seguida de la mantuanidad independentista (1810), la cosiata conservadora y separatista de la Gran Colombia (1826/1830), más montoneras y guerrillas federales (1864) preñadas de revoluciones multicolores (azul, roja, amarilla, restauradora, de Marzo o Abril), acumulan un melting pot devastador saturado de atavismos y complejos congénitos. Un millón de habitantes de cuatro que éramos en el siglo XIX, resultaron muertos, desplazados y despojados después de medio siglo de conjuras y saqueos[…] Después Zumaque I [MG-1]. El primer pozo de producción petrolera [Julio de 1914]. Una Venezuela que ha vivido muriendo, entre mitos de riqueza (el dorado) y realidades despreciativas (leger/desechos). Y en esa dimensión, elegir entre amar u odiar, comporta una peligrosa volatilidad. Esa mecha [la del odio] la encendieron Boves y Zamora. Luego Chávez. La del amor toca encenderla ahora. Por eso a los depredadores, calmaos…

 

 

Un espejismo hecho minotauro (Dixit Uslar Pietri) nos convirtió en una sociedad aderechada y embriagada de reparto. Mala cosa. El petróleo como factor de vanidad. A partir de la primera gota de Zumaque 1, todos quisimos ser musius. Al decir de Herrera Luque, una inoportuna incomprensión de nuestro hermoso mestizaje, que nos hizo excluyentes y displicentes. Una sociedad mordida de intemperancia y fragmentación donde nos cuesta lapidariamente ¡dar los buenos días!.

 

Desde esta sensible desviación cultural reducto del feudo hispano, el morbo étnico y el saudismo contemporáneo, surgió la fascinación por el hombre de poder-a Caballo, Taita o Caudillo-que le quita a otros para dármelo a mi. Que me resuelve. Que personaliza el Estado. Esa carga dolorosa de carencia afectiva producto de la violencia pasiva (indiferencia), nos ha hecho una sociedad paranoide, agresiva, hambrienta de figuración, banalización y atención, mientras un pueblo desfigurado de populismo y ostracismo ha quedado relegado y a merced de esas fascinaciones. Y surgió la trilogía costumbrista del Venezolano: “A mi tu no me j….; ese no es mi p….no cuenten conmigo”.Una frialdad incontenible donde todos quieres ser taitas, Páez,, Guzmán, Gómez, Pérez, CAP o Chávez. Donde pactar es una quimera por lo que nos anulamos. Afortunadamente una mayoría de venezolanos se han sacudido esa carga.

 

 

Rompamos cadenas.

 

Juan Guaidó. es un fenómeno reivindicador de nuestra historia. El enlace favorable entre un pasado tórrido y castrador y un nuevo milenio prometedor y liberal. Un liderazgo que no es vertical. Fresco, nacido de la crisis para sanar penurias. Un defensor de la impostergable instalación de una república moderna. Pero cuidado. Brota y desliza nuevamente la lava espesa al cántaro. Los lanceros digitales. “Nos están traicionando. Nos llevan a la reedición del diálogo y la negociación. Nos quieren meter de contrabando un paquete electoralista dizque inevitable. Quieren chantajearnos con la fórmula Rangel “O nos entendemos o nos matamos”. Un hilo impregnado de frustraciones y complejos,, del “conmigo no cuentes” si no estoy soy yo.

Quienes se enciman en este irresponsable afán no lo hacen bajo una lógica racional. Lo hacen bajo el imborrable atavismo del retraimiento ilustrado. A ellos les recuerdo la política no se reduce a 280 caracteres. La política es universal, global, integral. Y sin una visión ampliada de la realidad, sin verse en el espejo de la historia, pintar apocalipsis y fracasos es apelar a la máxima: “ese no es mi problema”. Y se reenciende la pradera: como lo hizo Boves, Zamora, Chávez…Rompamos cadenas.

 

 

Corolario.

 

En política y en la vida la nobleza es el valor superior. Desprestigiar méritos ha sido la estrategia del G-2 Cubano. Del éxito no me avergüenzo y contra la gratitud no hay argumento. El descrédito como hábito no es ganancial. Si no salimos de ésta, por favor no digan que la culpa la tuvo Noruega…

 

 

ORLANDO VIERA-BLANCO

Embajador (E) de Venezuela en Canadá.

@ovierablanco   

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