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La cadena de favores

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La cadena de favores

Es conmovedor que todavía haya personas que no se han dejado arrastrar por el cinismo

 

Supe de la «cadena de favores» por un amigo que me contó que un día su esposa lo llamó a la oficina para decirle que debían hacer un pago importante por unos servicios médicos. Un cliente que estaba sentado frente a él oyéndolo hablar sacó su chequera y le hizo un cheque por el monto que necesitaba. Él lo rechazó con amabilidad, explicándole que tenía manera de conseguir el dinero, pero el cliente le dijo: «por favor acéptalo. Es parte de una cadena de favores. No me lo vas a devolver a mí… lo vas a hacer por otro. No te imaginas la felicidad que eso te va a traer».

 

Este tema lo saco a colación porque con la emergencia suscitada por la escasez de medicamentos de consumo masivo, las «cadenas de favores» espontáneas surgidas en las redes sociales son una razón para llenarnos de esperanzas.

 

Mi hija debe tomar un remedio tres veces al día. Hace poco menos de un mes lo necesité -dos cajas que tenía en reserva desaparecieron misteriosamente- y lo pedí por Twitter. La cantidad de respuestas recibidas fue impresionante. La mayoría de personas que yo no conocía.

 

En junio necesité calmantes para mi madre que agonizaba. Un muchacho me los trajo hasta mi casa y no permitió bajo ningún concepto que se los pagara. Recientemente ayudé a conseguir un anticonvulsionante para el hijo de una amiga. Un señor de Barquisimeto me mandó su teléfono por Twitter: «se los regalo con gusto porque van a ayudar a alguien que lo necesita».

 

En una país donde todos sospechamos de todos. Donde nos hemos vuelto fríos e insensibles. Donde convivimos a diario con historias de terribles asesinatos, sicariatos, secuestros y robos, es conmovedor que todavía haya personas que no se han dejado arrastrar por esa ola de cinismo que nos arropa como sociedad.

 

Eso significa que todavía existe una reserva moral importante que sacaremos cuando esta revolución de «las mediocridades engreídas y nulidades consagradas» (Romerogarcía dixit hace cien años) finalmente caiga por el peso de su propia ineptitud y corrupción.

 

En ese momento, necesitaremos que se activen todos los que han ayudado a su prójimo para ayudar a reconstruir un país hecho añicos.

 

Mandela entendió que la reconciliación era la única vía para salvar a un pueblo dividido y a las puertas de una guerra civil. Gente generosa, ¡prevenida al bate!

 

 Carolina Jaimes Branger

@cjaimesb

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