Julio para la historia
julio 17, 2017 5:58 pm

Escribo a la caída de la tarde de este domingo 16 de julio de 2017. Lo hago con la profunda emoción creada por la extraordinaria manifestación de voluntad del pueblo venezolano. Millones de compatriotas comprometidos con el cambio están terminando de expresar deseo de luchar sin descanso contra la tiranía. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes, profesionales de todo tipo, empresarios de la ciudad y del campo, obreros y trabajadores de las diversas disciplinas existentes, religiosos y seglares civiles y militares, en fin, Venezuela entera en la calle dispuesta a dar la vida en esta lucha que no tiene retroceso. No hay marcha atrás. Mañana comienza la etapa final. Todos a cumplir con el mandato recibido en la consulta popular.

 

 

Todos en contra de la fraudulenta “constituyente” que pretende elegir el régimen el próximo 30 de este mismo mes y todos a exigir y respaldar las acciones de la Asamblea Nacional para renovar unos poderes públicos bastante prostituidos. Vaya nuestro abrazo solidario y fraterno para todos cuantos han hecho posible la jornada de hoy. En especial a esta generación auroral del año 17, valiente y aguerrida, llena de mártires que jamás serán olvidados. Su recuerdo fortalece nuestra obligación de darlo todo para que su sacrificio no haya sido en vano.

 

 

Así como los demócratas hemos obtenido una sólida victoria, coronada con la millonaria manifestación de voluntad de hoy, el régimen vive su hora más menguada. Sabe que se le acabó el tiempo hasta para rectificar o corregir los equivocados rumbos que han convertido al país en un triste y lamentable territorio gobernado por la ineficacia y la corrupción más espantosa de la historia. Con él tienen que irse también los tentáculos del narcotráfico, macro y micro, que tanto daño han causado a la nación.

 

 

Nicolás Maduro tiene que comprender la inutilidad de sus pretensiones. No ha sabido o no ha querido entenderlo. Debería saber que cuando el pueblo habla deben callar las demás voces. Pero todo lo contrario. Cada día añade disparates y hasta ofensas contra todos, incluidos algunos que sin ser incondicionales cómplices, tampoco han sido sus enemigos. Se acabó. No da para más.

 

 

Todavía hay compatriotas en colas para manifestar su voluntad de cambio. Espero que los pocos incidentes registrados hasta ahora, algunos muy graves, provocados por las hordas oficialistas, terminen de una vez por todas y podamos iniciar mañana la etapa final de este proceso.

 

 

Ánimo y fe. Cabeza, corazón y coraje son los elementos indispensables para coronar exitosamente los esfuerzos de estos meses. Pero cuidado. Pocas cosas son peores que gobernantes enloquecidos. Pueden ser capaces de cualquier cosa. Que no se atrevan. Será peor para ellos. Estamos listos.

 

 

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