Hipercuaimas
noviembre 23, 2015 7:41 am

Los infieles profesionales poseen una técnica de caradurismo tipo mosquita muerta que colinda con la perfección. Las mujeres de estos seres niegan que sus hombres sean infieles. Si alguien llegara con un chisme, no lo creen y, para preservar a sus amados, se transforman en peligrosas hipercuaimas. Por impericia el hombre amateur en el área de la infidelidad comete errores al montar cacho. Si es descubierto, estos errores conducen al divorcio o al maleteo. La mujer también monta cacho pero, debido a su inteligencia superior, es difícil descubrirla así sea amateur.

 

El cuerno es peligroso, prohibido, excitante. Lleno de pasión, lujuria, riesgo y debería estar exento de tanto amor, esto le cuesta más a la mujer porque ella cree e idealiza todo. Se pone cieguita. Se entrega en cuerpo, alma y mente, mientras que el hombre entrega su cuerpo y de vaina. He de confesar que soy el único hombre que conozco que no monta cacho a pesar de que la mayoría de las esposas y novias de mis amigos se me insinúan (incluso señoras ya mayores).

 

Apotegma (*): no hay peor cuaima que un ex cacho convertido en esposa. Ella lo sabe todo y reprime. Reconoce cualquier embuste por bien elucubrado que sea. Ve la traición en la pupila de los ojos, en una sonrisa nerviosa y en el olor ajeno en un lugar inadecuado. No es justo que mujeres u hombres, obstinados de ser felices en matrimonios aburridos, sean castrados por quienes fueron sus cachos. Bajo régimen de terror, ahora como esposos, convierten al infiel en menor de edad: no puede salir solo ni llegar tarde. Debe llamar cada cinco minutos. No puede beber. Se le revisarán las redes sociales. Ve televisión con permiso. Se produce, de esta manera, el síndrome de Estocolmo doméstico.

 

Máxima (*): el mejor cuerno se monta entre 8:00 y 10 am, hora considerada inocente. Los amateurs de la infidelidad cometen el error de hacer el amor prohibido en la noche. No realice la inexplicable torpeza del príncipe Carlos de Inglaterra, quien teniendo a esa hermosa princesa llamada Lady Di, se buscó ese cacho tan feo. Lo mejor de montar cacho es no arrepentirse y vivir con la ilusión de que su esposa es o puede ser el cacho de algún amigo quien, quizás con suerte, algún día se la lleve, mientras que uno es el cacho que ella le monta a él.

 

Consejo: La única manera de que un matrimonio dure feliz es tener siempre un buen cacho escondido.

 

 

Claudio Nazoa

El Nacional