Halloween socialista
noviembre 3, 2014 6:28 am

Halloween, la noche de las brujas, como se le conoce en castellano tiene un origen celta y llega a América a mediados del siglo XIX con la inmigración irlandesa. La celebración se asocia con los muertos y los santos de los ritos católicos, pero adquiere un carácter festivo que los niños aprovechan para disfrazarse con la finalidad de asustar y así conseguir a cambio un trato o negocio representado por golosinas mediante el cual se da por terminada la sesión de miedo y engaño.

 

En Venezuela al igual que en otro muchos países se celebra el 31 de octubre sin distinción de clases sociales para alegría de padres e hijos. Pero desde hace 15 años el país está bajo un sistema de terror que podríamos calificar de Halloween socialista, que no necesita de disfraces ni brujas para sembrar el miedo en la población, con la diferencia que bajo su influencia, no hay trato ni diálogo posible.

 

Es un “trick or treat” único, muy particular y autoritario,  pues la celebración y el juego continúa por más llamados que hagan algunas personas sensatas a dialogar y negociar para terminar el juego que a nivel de la nación significa salir de la crisis moral que es consecuencia del irrespeto a la vida y la persona humana, a su derecho a expresarse libremente y al disfrute de sus bienes y propiedades sin coacción ni restricción alguna.

 

La revolución y su mal llamado poder moral, que han secuestrado las instituciones, son los responsables de engañar y mentir con la finalidad de acallar el inconformismo y la rebeldía. En esa tarea infame están muy bien acoplados las principales autoridades civiles y militares del país. Se enorgullecen de sus atropellos, proclaman a los cuatro vientos que no hay alternabilidad política y que los adversarios serán aplastados y no volverán. Desde el presidente Maduro, hasta el alcalde del municipio Libertador Rodríguez o el jefe del Psuv Cabello hasta el nuevo ministro de la Defensa Padrino López parecieran estar convencidos de que la  noche de brujas es eterna.

 

No obstante la oscuridad imperante, el nacimiento de una nueva era pudiera llegar sin necesidad de escuchar aldabonazos en la puerta. Así ocurrió con los campos de concentración nazis, con el siniestro muro de Berlín, con los crimenes de los Gulag soviéticos o la camarilla maoísta y lo que ya se percibe sobre los paredones de fusilamiento castro guevaristas. La historia muestra a veces lo que pudiera ocurrir de no tomarse en cuenta sus lecciones.

 

Juan Antonio Muller

Juaamilq349@cantv.net