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Guerra económica y conspiración

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Guerra económica y conspiración

El modelo que hoy gobierna a Venezuela en medio de la mayor y más extensa bonanza petrolera que ha tenido el país, también fracasó en lo económico. No puede tener éxito porque su dogma o prejuicio ideológico autoritario los llevó a utilizar el apoyo popular para secuestrar a los poderes públicos, perseguir a los que piensan distinto, restringir la libertad de expresión, irrespetar la propiedad privada y golpear la producción nacional en beneficio de los productos importados.

 

Hoy sufrimos las consecuencias de las políticas económicas que se derivan de esa posición, con el agravante de que el despilfarro y la incapacidad potencian los efectos negativos del modelo que se pretende aplicar en contra del pueblo venezolano y del interés nacional.

 

A todo ello se le agrega la falta de límites morales en la actuación del Gobierno nacional, lo cual -acompañado de la desesperación por el fracaso- los lleva a utilizar la mentira de manera irresponsable en vez de reconocer la realidad y rectificar con propósito de enmienda. La mayor demostración de esa última afirmación es la negación por parte del Gobierno de los hechos constitutivos del fracaso, y señalar que todo es parte de una conspiración, de un «saboteo», de una guerra económica, y hasta llegan a inventar supuestos magnicidios, todo con el propósito claro de justificar la persecución política, de atemorizar a los que dicen la verdad, y de imponer una censura que mantenga engañado al pueblo venezolano sobre las causas de lo que está ocurriendo.

 

Todas estas políticas para este año han generado una inflación, es decir, alto costo de la vida, que estimaciones conservadoras ubican en 45%. Este es el impuesto más injusto que se le puede imponer a los sectores populares de Venezuela que no tienen cómo defenderse del incremento desproporcionado de los precios.

 

El Gobierno amenaza con perseguir a los que hablen de escasez porque eso es una falsedad. Resulta que es el propio BCV el que certificó e hizo público que en agosto la escasez de productos de la cesta básica llegó a 20%, y que en julio había llegado a 19,4%. Pero si les faltan pruebas, ¿no ven las colas para comprar comida? Han llegado a la ridiculez de decir que la culpa es de las cajeras de los supermercados y que por eso van a utilizar las milicias para agilizar las compras.

 

omarbarboza1@cantv.net

Por Omar Barboza

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