El ofrecimiento de «asilo humanitario» hecho por Nicolás Maduro al espía americano Snowden es una nueva bufonada del gobierno revolucionario.

Su humanitarismo es retórico como se comprueba por la persecución judicial a políticos opositores, grabaciones y pruebas fabricadas incluidas. Debemos además resaltar sus titubeos para combatir la inseguridad ciudadana dentro de nuestras fronteras que nos coloca entre los países más inseguros del mundo.

Si de humanitarismo se trata, por qué le brinda asilo al gringo mientras se les niega a los técnicos cubanos en Venezuela trabajando para la revolución. Si de asilo humanitario hablamos, por qué no se le da un tratamiento similar a los cientos de esos técnicos cubanos que han intentado escapar del férreo control del castro-comunismo desde nuestro país.

Según Solidaridad sin Fronteras son más de setecientos el personal de médicos cubanos que arriesgando sus vidas y el futuro de familiares en la isla han huido a Colombia para de ahí pasar con la ayuda de la comunidad emigrada a EEUU.

Tan grande es el éxodo que uno de los ofrecimientos de Henrique Capriles a los técnicos cubanos, siendo candidato presidencial, fue de facilitarles su residencia en Venezuela y que no tenían que temer en caso que se produjese un cambio político en nuestro país.

No quepa duda que la palabrería de la revolución chavista ha estado dirigida a sacar provecho político del enfrentamiento a un supuesto imperialismo yanqui mientras nos dejamos colonizar por la Cuba castrista. Pero en la práctica el flujo de divisas sigue dependiendo de las exportaciones petroleras a EEUU. «Gringo sí, cubanos no», no es una consigna de emigrados mayameros, sino una política puesta de moda por Maduro en pleno siglo XXI.

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Por Juan Antonio Muller