¿Fuerte o débil?
noviembre 27, 2013 7:57 am

No es fuerte el Gobierno porque detenga en la madrugada a un dirigente de la alternativa democrática y lo secuestre en la DIM en vísperas de una jornada nacional de protesta que se caracterizó por su civismo, solo manchada por la agresión policial a unos jóvenes en Aragua, región con antecedentes de atropellos.

 

No es fuerte un gobierno que sea incapaz de convencer a los diputados de las bondades de su Ley Habilitante, el agravio y el vejamen no funcionan, y en vez de conseguir el voto noventa y nueve tuvo que producirlo, acudiendo al inmoral expediente de allanar la inmunidad de una parlamentaria para que votara su suplente, esfumado días antes.

 

No es fuerte un gobierno porque insulta, o porque inventa guerras de propaganda, o porque esparza acusaciones sin prueba, seguro de su impunidad, en cadena nacional. Ni porque amenace a medios de comunicación y a dirigentes políticos. Ni porque, en el mejor estilo goebbeliano, empapele la ciudad de afiches calumniosos, y use para los mismos fines de la exposición al desprecio público a los “enemigos del pueblo”, cuatro televisoras y una cantidad de emisoras de radio pagadas con el dinero de todos los venezolanos. No son fortaleza la inseguridad o los complejos.

 

No es fuerte un gobierno que para quitarse de encima a un candidato a alcalde le atribuye “delitos” y lo amenaza con la cárcel, sin respetar su condición de diputado, y usa la tribuna más alta del país para vejar a un hombre trabajador que se ha ganado el cariño de sus conciudadanos.

 

Un gobierno así no es fuerte. Qué va. Todo lo contrario. Es débil de una debilidad indisimulable. Débil porque no respeta el sustento de su respeto, que son sus ciudadanos y la Constitución.

 

Un gobierno fuerte no es el que reprime, es el que promueve. No es el que divide, es el que une. No es el que destruye, es el que construye. No es el que elude su responsabilidad, sino el que la asume. No es el que saca lo peor de su pueblo, sino lo mejor para generar trabajo, producción y prosperidad.

 

Un gobierno fuerte no es el que se cree o finge creerse infalible, sino aquel capaz de admitir sus errores y rectificar. No nos engañemos. Este no es un gobierno fuerte. Es débil. Peligrosamente débil.

 

Por Ramón Guillermo Aveledo