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Felices fiestas navideñas, Venezuela

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Felices fiestas navideñas, Venezuela

 

Llegamos a la gran fiesta de quienes formamos parte de las religiones cristianas en el mundo, la Navidad. El 24 de diciembre nos preparamos para el reencuentro familiar, abrazos en un ambiente de alegría y reconciliación, igual que en todas las comunidades cristianas. Por eso, el lapso entre el 24 y el 25 es de buenos sentimientos en Caracas, Venezuela, Norteamérica, Europa desde las heladas, bien organizadas y conservadoras monarquías del norte, hasta las siempre animadas playas mediterráneas, desde las revoltosas costas atlánticas y alegría del Caribe hasta las lejanías del océano Pacífico, porque la interminable Rusia con sus eternidades siberianas es profundamente cristiana, ortodoxa para más detalle, y en 70 años de implacable tiranía atea comunista no lograron acabar con esa fe.

 

 

Pero habrá celebraciones navideñas también en países de religiones dominantes radicalmente diferentes y sistemas de gobierno tajantemente ateas, como China, Japón, Vietnam y toda el Asia lejana; solo en los países musulmanes los gobiernos ponen trabas y dificultades a sus pequeñas comunidades cristianas –o las asesinan, como hacen los fanáticos criminales del llamado Estado Islámico–.

 

 

Venezuela se prepara y vive una Navidad compleja, complicada en lo social, económico, político; carísima y serias dificultades para conseguir los insumos tradicionales, además de las fallas de abastecimiento que hemos venido padeciendo insistente, durante los años de gobierno oficialista de Maduro y secuaces camaradas, especialmente en este 2018 que, tal como se presenta la economía, podría llegar a ser recordado como mejor que 2019. Pero estos son días navideños, el 24 de las compras apresuradas y emoción, el 25 que es la fiesta real, la celebración del nacimiento de Jesús, la gente olvidará la mayoría de los problemas actuales y por venir.

 

 

La noche del 24 al 25 de diciembre es período de regalos, apretones, sonrisas, se trata de compartir, reunirse en familia, seres queridos y amigos. Hay que aprovechar las festividades navideñas para reflexionar, sosegarse, disfrutar, pasarla bien pensando en lo que hicimos bueno, mal o pudimos hacer mejor. Mucha de la alegría y cordialidad de la Navidad viene precisamente de esa tendencia tradicional a recordar, reconocer, abrir horizontes y tener nuevas ilusiones.

 

 

Este año muchos venezolanos pensarán, inevitablemente, en los cambios políticos, sociales y económicos que aspiran, desean y esperan. No solo por el creciente hastío de la población, chavistas y militares incluidos, por los errores y terquedad pecaminosa de Maduro y su equipo, empeñados en “profundizar” un socialismo anticuado, obtuso e ineficiente, postrados en la trampa de un supuesto “legado de Chávez” que fue precisamente el que empujó a Venezuela a la desesperante calamidad actual.

 

 

Habrá los pesimistas, que comerán sus carísimas hallacas convencidos de que la oposición no podrá cambiar nada y que el chavismo seguirá gobernando, arruinando –si es que es posible aumentar la ruina actual– Venezuela. Pero habrá también, la mayoría, optimistas, que creen en la oposición verdadera, la de coraje y coherencia, capaz de entender la trascendencia actual, que tiene mujeres y hombres capacitados, dispuestos a unir experiencias y esfuerzos para cambiar drásticamente el desastroso rumbo castro-chavista-madurista del país. La cena y las visitas navideñas estarán esta semana saturadas de comentarios y especulaciones.

 

 

Esas discusiones no van a arruinar la noche navideña venezolana. Serán parte de la realidad que actualmente vivimos, animarán las reuniones, brindis y sabor de la comida tradicional de época y dulce de lechosa. Porque este año los optimistas van a tener más argumentos.

 

 

 

Lo que estén pensando y discutiendo los dirigentes políticos puede contener elementos diferentes, conocimiento más pragmático de la realidad actual y la que comience a vivirse el 1 de enero 2019. Pero, lo quieran o no, no podrán estar alejados de lo que piensen, discutan y esperen los ciudadanos en estas fiestas navideñas. ¡Cambio!

 

 

 

Después de todo Navidad es natividad, nacimiento, renovación; es el despuntar de una nueva esperanza. Y la esperanza es alegría, la que deseamos a cada uno de ustedes.

 

 

En lo a quien suscribe respecta, deseo profundamente a todos mis amigos y quienes no lo son, pero especialmente a quienes han tenido la gentileza, paciencia, cortesía de leer y comentar estas líneas, que venimos publicado gracias al maravilloso equipo de El Nacional.com, Miguel Henrique Otero, Jorge Makriniotis y la respetada licenciada Patricia Molina quienes nos han brindado la magnífica e invaluable oportunidad de expresar nuestro punto de vista, sentir y parecer de lo que hoy sucede y sucederá en el futuro en este increíble y grandioso país que se llama Venezuela.

 

 

Felices fiestas Venezuela, y que Dios bendiga a sus ciudadanos.

 

 

Armando Martini Pietri

@ArmandoMartini

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