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Expulsar la canalla gobernante

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Expulsar la canalla gobernante

 

Este año 2016 finaliza mal: a la escasez de alimentos, medicinas, artículos de cuidado diario, autopartes, boletos aéreos, se ha añadido en las últimas semanas la falta de circulante. La inflación golpea los hogares haciendo añicos los sueldos y salarios y por ende la calidad de vida.

 

 

El venezolano ha sido forzado a posponer la compra de ropa y calzado, de juguetes, bicicletas y patinetas, los arreglos y pintura de la casa, acomodar el vehículo con 20 años de uso, a olvidarse de las vacaciones en familia, a encerrase en la casa para escapar de la inseguridad y el hampa, a la orfandad de padres por la emigración de hijos en busca de oportunidades en el extranjero. A las esposas y madres cuyos familiares están presos y condenados en condiciones inhumanas.

 

 

Este panorama real y cierto tiene como responsable la canalla gobernante. En primer plano los marxistas criollos que intentan perpetuarse en el poder al estilo  chino, soviético, cubano, vietnamita y sus congéneres de menor categoría que todavía pululan por este mundo.

 

 

En un segundo plano los que sin ideología comunista, se han dedicado a enriquecerse mediante la corrupción, el narcotráfico y el asalto al erario público. No hay que nombrarlos están plenamente identificados tanto civiles como militares, en sus puestos y cargos, con sus camionetas último modelo protegidos por decenas de guardaespaldas; los enchufados con sus empresas de maletín que tienen acceso a los dólares que se les niega a agricultores, industriales y comerciantes.

 

 

En tercer plano el sufrido pueblo obligado a registrarse en el Psuv y en los comités locales con la mano extendida para recibir las migajas que se reparten en las bolsitas Clap. Los de menores recursos que viven con la esperanza de obtener un apartamento de la fracasada Gran Misión Vivienda o un electrodoméstico chino adquirido a precio de nuestro oro negro, los mismos que hacen cola desde la madrugada para intentar conseguir pan, pañales, compotas, papel higiénico o jabón y que no tienen razones para rechazar bienes robados y expropiados a empresas productivas.

 

 

Para esa gran mayoría, que nuestros médicos no pueden atender adecuadamente, expuestos a sufrir y a morir por falta de equipos, quirófanos y camas en los hospitales públicos y a vivir sin los medicamentos esenciales para curar o aliviar sus enfermedades.

 

 

Ese es nuestro caos. Frente al mismo de nada sirve sentarse en una mesa de diálogo, ni levantarse en armas, ni hacerle carantoñas a los militares para que den un golpe. Hay que prepararse: los políticos deben entender que están obligados a presentar un plan coherente económico, fiscal y monetario que le ponga freno al desastre; deben coordinar acciones para enfrentar la dictadura, contactar gremios, sindicatos, universidades, concejos comunales, asociaciones de vecinos e iglesias  para hacer lo que si podemos ejecutar: una huelga general de la nación en pleno que se lleve por delante a la pandilla que nos oprime.

 

 

Juan Antonio Muller

Juaamilq249@cantv.net  

 

 

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