¿Explosión social?
enero 11, 2018 1:55 pm

De regreso de las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, reanudamos esta columna donde analizamos y opinamos sobre la situación nacional. El pasado año fue terrible y, si no hay un cambio político, el 2018 será peor. Se profundizaría la ruina institucional y económica, pero como los países no se acaban, sobreviviríamos con mayores penurias y luchando por el rescate de la libertad que se nos extravió desde hace 19 años.

 

 

 

El régimen niega la crisis existente y dice que es un invento de la oposición interna apátrida y del imperio. No oye las múltiples voces de la comunidad internacional que denuncian y condenan la tragedia de Venezuela, con las muy pocas excepciones de países comprometidos por afinidad política o por recibir beneficios económicos. Ahora, con más contundencia, la Iglesia renueva sus acusaciones contra los que detentan el poder y sumergen a nuestro país en un desastre ya inocultable. Nada menos que el papa Francisco, en un discurso pronunciado esta semana desde la Sala Regia del Vaticano y ante 183 embajadores y representantes diplomáticos, le recordó al mundo que Venezuela “atraviesa una crisis política y humanitaria cada vez más dramática y sin precedentes”, y solicita que “se creen las condiciones para que las elecciones previstas para el año en curso logren dar inicio a la solución de los conflictos existentes”. No sería de extrañar que desde Miraflores se le haga el cargo de “injerencista” al Santo Padre en los problemas venezolanos.

 

 

 

En concordancia con las palabras que han bajado desde la Santa Sede, el presidente saliente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Diego Padrón, se ha referido a las continuas protestas que se han venido realizando en los últimos días motivadas por el desabastecimiento de alimentos y medicinas y las graves fallas de importantes servicios públicos, por lo que advierte que “se va desarrollando paulatinamente en el país un proceso de convulsión social”. Esa explosión de la ira popular, que ya se siente flotar en el ambiente, es la que no parecen presentir Maduro y la camarilla militar-civil que lo rodea.

 

 

 

Por eso, se ignora o aparenta ignorar la hiperinflación que, según criterio del economista José Guerra y de la Asamblea Nacional, cerró el año 2017 en 2.616%, se obliga al comercio a vender sus productos a precios de pérdida (lo que, por no haber reposición, nos llevará a anaqueles vacíos o a cierres masivos de establecimientos), y presenciamos la contumacia en seguir con un modelo y una política económica fracasados.

 

 

 

 

Carlos Canache Mata