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Estamos a un paso. ¡Sigamos en pie!

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Estamos a un paso. ¡Sigamos en pie!

En estos días vi la película Our Brand is Crisis (Nuestra marca es crisis). Es acerca de una «experta» en propaganda y campañas electorales (Bullock), que es contratada por un empresario boliviano, para capear su débil y sotanera ruta hacia la presidencia de la República. Lo primero que hace la «versada en prácticas políticas», es cambiar la imagen de hombre oligarca y encopetado del candidato, recogiendo sus mangas, para hacerlo más pendenciero y más «enemigo» del FMI-sic-.

 

 

La mediocridad a la cual se reduce la exigencia ciudadana de nuestros pueblos, es triste y elocuente. Y no es porque el pueblo no tenga altura o cultura. Es el desnivel exprofeso de nuestros líderes que a sabiendas de las limitaciones de un pueblo timable, confiado y poco educado, le venden irresponsablemente su dependencia al Estado, el rechazo a un enemigo que no conocen, y el odio por el que piensa diferente. Líderes que exhiben con orgullo (y manipulo), su tez morena y «haraposos orígenes», como garantía de «yo soy como tú»: humilde, pobre y oprimido; o por el contrario, «yo no soy como ellos»: egoístas, arrogantes y caudillos. Pero lo que ha demostrado la historia que nos empeñamos en repetir, es que las revoluciones de los sin techos, cocaleros, mineros, sindicalistas y sin camisas, al llegar al poder, se suman con mayor ahínco y fiereza a la antinomia del mando, como lo es la ideologización, la militarización y la cooptación del Estado a través de una fachada democrática e institucional. Si al afán de permanencia eterna, le sumamos la revancha y la más implacable lucha de clases, el resultado lo tenemos a la vista.

 

 

Mienten entonces sobre el carácter igualitario de sus movimientos. Mienten sobre «el poder del, por y para el pueblo». El tema «no es gobernar con el pueblo, sino pensar por el pueblo» (papa Francisco/visita a Cuba). Mienten en su condición ciudadana, porque más creen en la justicia miliciana que en el Estado de Derecho.

 

 

Mienten en sus actitudes patrióticas, porque exprimir al Estado es lo «soberano». Ha quedado demostrado que el objetivo revolucionario es «vivir de, por y para la crisis». No de otro modo cómo conciben su autoridad sobre las masas. Desde los Sandino en Nicaragua, pasando por la resistencia feudal de Arequipa, el movimiento minero de Santa Cruz, los cocaleros de La Paz, los sin camisas de las pampas o los sin techo de las favelas de Sao Paulo, todos sus abanderados han llegado al poder con un clamor «libertario e igualitario», pero ya en él, lo que hacen es empinar sus sillas, embriagarse de autoritarismo, trajearse de lino, Rolex, Chopard o Vacheron Constantin (que no es malo, sino satanizarlos y después lucirlos), reprimiendo enemigos políticos y enmendando constituciones prêt-à-porter. Ese es el «script-swing» (el guión), el savoir fair que se respira en «our brand is crisis», mismo que nos consume en Venezuela desde hace más tres décadas.

 

 

En Bolivia han aprobado La «Ley de Convocatoria a Referendo Constitucional Aprobatorio» la madrugada del 05-11-15, ¡después de 17 horas de debate! En ese proceso José Alberto Gonzales, presidente interino del Legislativo boliviano, dijo que «lo que cuenta es asegurar que la nave de 2020 a 2025, siga siendo conducida por nuestro hermano Evo». Así el próximo 21F, los bolivianos deberán votar si están o no de acuerdo con modificar el artículo 168 de la Constitución para ampliar de dos a tres, la cantidad de mandatos presidenciales consecutivos permitidos… Me pregunto qué diría el mismísimo Foro de Sao Paulo, si tal iniciativa emanara de la oposición. Para los Evo, Ortega, Kirchner, Chávez o Correa, eternalizarse en el poder, es lo normal, porque ellos se sienten que encarnan al pueblo. La democracia, la patria: después… El problema de esta clase gobernante, al decir del propio Papa, «es que siguen interpretando el presente, con los criterios del pasado». Para ellos, el otro, siempre será un opresor del proletariado, un explotador feudal, un oligarca mal nacido… por lo que prefieren que empresas, ni trabajo, tierras, ni «pelucones» existan, si ello pone a riesgo su propio reinado. Sólo conciben la transformación social a través de la violencia, el control y la exclusión sistémica (con sensible rencor). Y a esto llegamos en LATAM por descuidar la vigilancia de la democracia, por no hacer un mea culpa a tiempo, en ese riesgoso proceso de abandono de las masas. Quienes tuvimos oportunidad para educarnos y movilizarnos socialmente, poco o nada nos ha importado la inmovilización de los demás. Y en ese terreno, la demagogia, es reina de oro.

 

 

Pienso que no es un asunto se subirse las mangas. Es elevar la conciencia, arremangando el corazón. Parecerse al pueblo no se logra hablando o vistiendo como él, sino sufriendo sus carencias. Falta mucho por madurar la despolarización social (no política) en LATAM. Pero ya argentinos, hondureños, guatemaltecos, peruanos, colombianos o brasileros, están dando cuenta de las hipocresías del socialismo populista. En Venezuela, estamos a un paso. No el 6D. Después… ¡Sigamos en pie!

 

 

vierablanco@gmail.com

@ovierablanco

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