Es mentira
agosto 13, 2015 5:00 pm

“Por eso resulta extraño descubrir que uno de los procesos políticos que siguen provocando la mayor de las perplejidades (…)»

 
“Por eso resulta extraño descubrir que uno de los procesos políticos que siguen provocando la mayor de las perplejidades se encuentra no en las profundidades de un territorio de naturaleza indómita ni en las oscuras simas del alma humana, intratable mediante el análisis psicológicos, sino en una esfera en apariencia dominada por las férreas leyes de la razón, de las cuales parece haberse eliminado sin piedad todo rastro de factores aleatorios, caprichos humanos, oleadas impredecibles de emoción, espontaneidad, irresponsabilidad y todo lo que tienda a suavizar el nexo lógico riguroso”.

 

 

El párrafo anterior no describe la presente realidad venezolana ni reflexiona sobre ella. Tampoco fue escrito por un analista criollo polarizado ni alguien que desde afuera sigue nuestro proceso político. Es obra de una de las grandes mentes del siglo XX, el pensador Isaiah Berlin, y se refiere a la línea general del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuyos “abruptos y violentos cambios de timón” desconcertaban al mundo tanto como a sus propios nacionales.

 

 

Y dice “puesto que ni siquiera todos los líderes (…) proceden de Marte, hay que acreditarles con un margen normal de error de cálculo, estupidez, ineficiencia y mala suerte”. Pero, incluso aceptando esos y otros factores, “la senda irregular por la que avanza la política ideológica (…) sigue siendo anormalmente inquietante”.

 

 

El ensayo La dialéctica artificial fue escrito en 1952. Al pueblo ruso y del resto de la Urss le restaban casi cuatro décadas de sufrimientos. Habla de la Gran Revolución Socialista por antonomasia. ¿Será esa la suerte normal de las revoluciones? Sabemos que el suyo se autodefine como “socialismo científico”; ¿no debería entonces estar sujeto a las leyes implacables de la ciencia y por lo tanto libre de esos riesgos? No es así, porque es mentira. Una gigantesca y costosa mentira que el poder machaca con su aparato de propaganda, junto al de policía política y propaganda, lo único que realmente desarrollan esos sistemas.

 

 

El manual de dogmas que lo explica todo, el catecismo que se repite mecánicamente, sirve para tranquilizar a los fanáticos y ganar rounds de sombra, discusiones solitarias sin real contradicción, pero no para gobernar. La verdad es que no se produce, hay escasez y precios altos, mercado negro, corrupción. Y el poder crece en tamaño, leyes, ministerios y viceministerios, pero ante la vida real es impotente.

 

 

 

Ramòn Guillermo Aveledo

@AveledoUnidad