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Entre la cumbre y el abismo

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Entre la cumbre y el abismo

Dijo una vez el fallecido presidente Hugo Chávez Frías que mientras los gobernantes andaban de cumbre en cumbre, los pueblos iban de abismo en abismo. Él, que no escatimó tiempo y recursos para asistir a cuanto encuentro internacional saliera, en unos de esos ataques de genialidad que seguido tenía se lanzó aquella “autocrítica”. Eran otros tiempos, el llamado “comandante eterno” apenas comenzaba a sembrar la cosecha que recogería su hijo político. Con un petróleo por encima de los cien dólares y liderazgo mundial, Chávez podría darse el lujo de ser el mandatario con más millas recorridas y aun así criticar la constante viajadera de los jefes de Estado.

 

 

 

Hoy, la historia es otra, no porque se hayan hecho las cosas distinto, sino porque no hay galán ni hay billete. Venezuela, antes gobernada por el tipo con labia y gran chequera, hoy es manejada, al menos oficialmente, por alguien sin talento, sin carisma y sin plata. La influencia y la imagen de nuestro país en el exterior están bastante deterioradas, en todas partes se nos ve como el modelo fracasado, el ejemplo a evitar. Todo esto gracias a una receta económica que pretendía construir un “nuevo orden” sobre las cenizas del viejo, pero el resultado está a la vista: destruyeron lo que había sin construir nada.

 

 

 

Incluso los que se suponen son los aliados del chavismo en la región, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, adoptaron el proyecto político de persecución a la oposición, restricción a la libertad de prensa y control de los poderes públicos, pero sin aventurarse con el denominado “socialismo del siglo XXI” en lo económico. Eso fue solo un delirio de Chávez y Maduro, que lejos de “generar la mayor suma de felicidad posible” nos ha sumergido en una gran tragedia nacional.

 

 

 

Los casi 200 millones de dólares que se destinarán a la Cumbre de los No Alineados mucho pudieran ayudar a solventar algunos de nuestros dramas, pero contrario a eso, se dedicarán a convertir a Margarita en la isla de la fantasía durante 5 días: sin protestas, con agua, con luz. Los presidentes que vienen a nuestro país saben lo que vivimos, saben que una crisis humanitaria no se tapa pintando brocales y levantando estatuas, la fiesta no servirá de nada, solo para que los venezolanos paguemos la cuenta. Para muchos será como ir a una celebración donde no aman al anfitrión, pero saben habrá comida y caña gratis.

 

 

 

A los margariteños solo queda desearles que aprovechen y tomen fotos de las calles con tantos policías, esto, más allá de la cumbre, será los más extraordinario que pase esta semana. A los presidentes, traigan su papel y jabón de baño, preciados artículos que ni en los hoteles cinco estrellas de Venezuela se consiguen. Los demás no tenemos otra opción que seguir luchando, para que nuestra nación pueda vivir en lugar de una cumbre, momentos cumbres que nos ayuden a salir del abismo.

 

Brian Fincheltub

 

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