Entre errores y cálculos, la historia se hace…
junio 23, 2017 7:50 pm

 

 

El horror está en el detalle. Heinrich Böll.

 

Se han fugado hacia adelante, sin duda alguna. La estrategia de Maduro y del chavismo se desnudó. Imponen su mórbida condición de gobernantes fracasados, tal vez con el auxilio de la convicción que no con el de la responsabilidad. Quizá prevalidos del elemento policial militar. No pueden ver otra cosa que el presente que tienen entre manos, aun con el fracaso que desbordándolos no los conmueve. Mañana para ellos en hoy. ¿Se asumen eternos?

 

 

 

¿Hay acaso una ética del poder? Si la hay, pienso, consiste en la práctica de la política. Llamaré política al abordaje de la conflictividad humana, partiendo de un basamento racional y moral o inmoral, según se vea. El yerro y el azar no están ausentes de la obra humana tampoco, y como sugirió Rinesi, tomemos la política como tragedia incluso, para comprenderla.

 

 

Lo cierto es que Venezuela como nación encara una situación perniciosa con el argumento de la violencia, la negación y el desconocimiento. No hay relaciones agonales, propias de adversarios. No hacemos política. Tenemos una clase gobernante autista, una especie de solipsismo se evidencia de discursos y actuaciones. Lo demás es histrionismo. Epígonos de Chávez y Castro, se ufanan de su patriotismo falaz y especialmente de su sensibilidad social sin nada sentir. Como Fidel; si alguna vez les reclaman su conducta, invocarán el tribunal de la historia donde, por cierto, se aprecian de antemano absueltos…

 

 

 

Del otro lado, una profunda desconfianza se une a la frustración. El país vive un desastre en cada cotidianidad, hasta distinguirlas por el drama que solo tiene en común la recurrencia del desastroso factum porque desapareció el jus en el camino de la anomia generalizada. Odio, rencor, desprecio hacia los que gobiernan como probablemente solo conoció el país cuando Boves o en la Guerra Federal.

 

 

 

Quiero pensar que el magistrado La Roche y sus colegas de la CSJ se equivocaron aquel 19 de enero de 1999, tanto como los que pactaron con el chavismo para instalar las cámaras legislativas, cuatro días después, el 23 de enero. Algunos piensan que quisieron congraciarse, de alguna manera, con el poderío emergente y nuevamente evoco a Weber, para interrogarme sobre si prefirieron una decisión por convicción o si omitieron pensar en el alcance deletéreo de la misma, pero, el daño que ambas decisiones le hicieron al país lo despojó de uno de sus conquistas fundamentales, el respeto al Estado de Derecho por una parte y la cultura del consenso por la otra. El puntofijismo, digan lo que digan, le había ofrecido al país un testimonio en esa dirección que no por imperfecto dejó de ser el activo fundamental como experiencia democrática de convivencia, coexistencia, cohabitación. No hay democracia sin pluralidad, ni constitucionalidad sin control del poder. En unos días entre yerros, cálculos y emociones tiramos por la borda, como vislumbró y denunció un año antes, el valor de la república civil y su sustentabilidad.

 

 

 

 

 

Luego vino la constituyente que permitió abrir las puertas a una visión que sustituye la soberanía por la popularidad y, aun cuando se votó aquel producto constituyentista, se acompañó de una gesticulación, de una lingüística del militar devenido presidente que como diría Guillermo O’Donnell, significó un ejercicio de democracia delegativa y nos metió en la vorágine del populismo y en el pandemónium de la demagogia y la oclocracia. Dejamos al caudillo hacer y con él, las oligarquías de los medios de comunicación que, por años, hicieron zapa a la institucionalidad democrática buscando hacerse del poder para ellos y sus hijos o nietos.

 

 

 

Lo peor fue, sin embargo, desacreditar a la política. Maculando a sus actores, desconociendo sistemáticamente sus logros y postulándose como orates de la ética política, consumieron la credibilidad, la sacrificaron en el altar del espectáculo, mismo que ellos manejaban en la radio, la prensa y la televisión. Solo en la vigencia de la antipolítica un monstruo como Chávez podría emerger y así pasó antes con Hitler, Mao, Stalin, Kim il-sung, Pol Pot y varios más. La bestia se los comió a ellos también.

 

 

 

“…Para un régimen democrático, el hallarse en transformación es su estado natural”, quiso enseñarnos Bobbio; pero el caso venezolano demuestra que a los enemigos confesos de la civilidad, pluralidad, constitucionalidad no se les puede creer jamás

 

Nelson Chitty La Roche

nchittylaroche@hotmail.com