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Encadenar no es gobernar

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Encadenar no es gobernar

Por la escasez, la gente hace colas para comprar alimentos, medicinas y cosas que necesita, los precios aumentan y el valor de nuestra moneda se diluye en la inflación y la devaluación

 
Por la escasez, la gente hace colas para comprar alimentos, medicinas y cosas que necesita, los precios aumentan y el valor de nuestra moneda se diluye en la inflación y la devaluación. El Gobierno que ha provocado todo eso con sus políticas, sus decisiones y sus omisiones, lo atribuye a una “guerra” que muy pocos le creen, la cual pretende demostrar con allanamientos aparatosos en vivo, detención de gerentes y empleados de cadenas de comercialización y acusaciones y amenazas en cadena.

 

 

Las violaciones a los derechos humanos, los atropellos, la terquedad en mantener políticas equivocadas y ruinosas que ya nadie en el mundo defiende, y los desplantes y groserías del Gobierno, generan mala reputación para nuestro país y suscitan un aguacero de pronunciamientos de parlamentos, partidos y organizaciones políticas internacionales, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación de tendencias diversas. Y el Gobierno que ha ocasionado todo eso lo atribuye a una “conspiración” que se “denuncia” en cadena nacional en horario estelar.

 

 

Esa manera de actuar parte de la falsa premisa de que gobernar otorga un título de propiedad sobre el país entero: vidas, instituciones, recursos, propiedades. Las amenazas al diputado julio Borges y la arbitraria detención del alcalde metropolitano, Antonio Ledezma, un mandatario electo dos veces por el pueblo de Caracas y dos veces desconocido, son demostraciones de una concepción del poder que no tiene escrúpulos ni admite límites. La multiplicación de protestas llegadas de todas partes nos dice que la realidad venezolana ya no es un secreto oculto bajo la propaganda. No puede ser ignorada.

 

 

A la Alcaldía Metropolitana le quitaron competencias y le arrebataron recursos, ni siquiera su sede entregaron al legítimo ganador de dos elecciones y, en cambio, designaron con autoridad y plata a quien perdió la votación por decisión del pueblo. Si eso no es menosprecio a los caraqueños ¿qué es? Meterlo preso no ha sido, por lo tanto, el primer abuso que contra Ledezma cometen, pero que la libertad de un hombre y el voto de los ciudadanos valgan menos que un espectáculo que sirva de coartada, es vergonzoso.

 

 

Encadenar no es gobernar. Las apariencias engañan, pero no siempre.

 

Ramón Guillermo Aveledo

rgaveledounidad@gmail.com

 

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