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El voto es la salida…

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El voto es la salida…

 

 

El voto siempre será el arma de los demócratas. Es lo único que puede destrabar las marañas construidas por un gobierno insolente como el que tenemos. La protesta cívica es un coadyuvante de la decisión ciudadana, de lograr cambios efectivos a través de su decisión comicial. La oposición venezolana a lo largo de estos años cometió gravísimos errores que terminaron atornillando en el poder al chavismo; además hizo que la comunidad internacional no viera con cierto recelo. Auspiciamos el paro petrolero que sirvió como un boomerang para nuestras gargantas. Los victimarios lograron ser las impolutas victimas. Salieron robustecidos: Alcanzando que su sangriento 4 de febrero de 1992, en donde asesinaron a humildes venezolanos, pasara a un segundo plano. Sus medios nos acusaron de lo que ellos eran: Golpistas. El fracaso de aquella jornada nos arrastró hasta la desierta playa del prejuicio por años. Ningún gobierno democrático, o foro internacional respetable, se atrevía a respaldar a las fuerzas del cambio de manera contundente. El estigma de golpista era como el sello en la frente en donde nos miraban todos a la hora de discutir el drama venezolano.

 

 

Otro costosísimo error político fue no participar en las elecciones del 4 de diciembre de 2005. Por presiones de sectores vinculados a grandes grupos de comunicación social televisivos, la oposición entregó mansamente la Asamblea Nacional al gobierno. No luchó para cambiar las cosas, dejando que el voto de millones se quedara en casa observando por televisión como el chavismo ganaba por forfait. Pensaban que la administración revolucionaria quedaría desacreditada en el mundo: Los que quedamos como incoherentes y sin capacidad para impulsar un cambio desde el legislativo fuimos nosotros. Sin ningún tipo de contrapeso hicieron los que les dio la gana. La titánica campaña presidencial de Manuel Rosales nos devolvió la cordura. El corajudo luchador político con firme raigambre en el vital estado Zulia, logró no solo unir a los factores democráticos, sino que se transformó en una alternativa que frente al brutal ventajismo electoral oficial logró obtener  4.292.466 millones de votos. Una fuerza que no podemos desestimar. Fue el trabajo de Rosales el que nos mostró el camino de atreverse en medio de las dificultades. Cuando Hugo Chávez con la anuencia de la Asamblea Nacional de entonces, aquella que entregamos sin pelear, platearon un referéndum constitucional para cambiar 69 artículos de la referida Carta Magna, y por ende construir el poderoso estado socialista. Aquella unidad bien cohesionada que había quedado del esfuerzo de Manuel Rosales, impidió con el voto de la gente que se impusiera el totalitarismo. Fue una dolorosa derrota para el invicto régimen. Chávez colérico se destrozó las manos de la rabia. Su cadena nacional para reconocer la victoria de los demócratas es de colección. En 2014 las protestas cívicas abarcaron al país. Un país hastiado de tanta impunidad salió a las calles de manera legítima. El régimen esperó inteligentemente que la delgada línea que existe entre la protesta y la violencia cruzara la frontera. Infiltrados y mentecatos le dieron argumentos al gobierno. Estos regímenes se alimentan del fuego de la violencia. Quemaron patrullas y CDI que le endosaron a la oposición. La protesta fue convirtiéndose en un planteamiento político sin un fin definido. Esa incoherencia le sirvió al chavismo para obtener aire. Un gobierno técnicamente caído, con su líder histórico muerto, se la jugó conduciéndonos a su ratonera. Al final Figuras emblemáticas presas, líderes fundamentales inhabilitados, jóvenes perseguidos y la frustración de un país que no consiguió: ¿Cuál era la salida?

 

 

Afortunadamente renacimos en la coherencia. El voto se impuso a los que seguían atizando escenarios en donde siempre perderemos. La democracia tiene la fuerza en la decisión ciudadana, otras fuentes de volatilidad social son de los grupos violentos que se dan la mano en el escenario de la fanatismo. La victoria del 6 de diciembre es la más espectacular de todas. Demuestra que podemos ganar cuando existe unidad y compromiso. Esta gesta aplastó todas las intentonas fallidas que son el rosario de errores que arrastrábamos. Se le ganó al régimen con votos, sin piedras ni botellas incendiarias; con la razón del cerebro y no pensando con las vísceras. Por eso el mundo reconoce la victoria. Jamás acompañó como ahora a los demócratas venezolanos. La genuina protesta cívica debe conducir a la decisión de la gente. Nuestros presos políticos volverán a las calles gracias a la victoria comicial del 6-D. Ahora tenemos un gran escenario para cambiar todo esto: ¡Qué nadie se ponga bruto…!

 

 

alexandercambero@hotmail.com 

 

twitter @alecambero 

 

Alexander Cambero

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