También se devalúa la palabra empeñada. Un viejo dicho venezolano respaldaba el valor de la promesa, “su palabra es un documento”, porque tenía fuerza de contrato, de palabra escrita, de compromiso de verdad. Hoy se pronuncian tantas de la boca para afuera, sobre todo desde el poder, que pierden fuerza y credibilidad. Devaluadas están la Constitución y la ley, porque la conducta del Estado no necesariamente se atiene a ellas. La norma está allí, pero no se cumple. El voto vale mucho, no debemos permitir que sea devaluado, como tantas cosas en nuestro país. Es una gran conquista histórica del pueblo venezolano, que mucho luchó para alcanzarlo.
Este 8 de diciembre tenemos la oportunidad de votar. Un voto que vale oro. No hay razón para desperdiciarlo, tampoco para regalarlo. No contribuyamos a la devaluación del voto, que es la base de nuestro poder como ciudadanos.
La elección está convocada para escoger alcaldes y concejales. El municipio tiene en Venezuela una naturaleza celular y comunitaria. Es la unidad primaria de todo el sistema constitucional. La democracia empieza por ahí. Los consejos comunales pueden hacer su tarea, la real, no manipulada, si hay gobiernos municipales eficaces. Lo demás es trampa. Tener alcaldías que funcionen nos importa, porque afecta nuestras vidas. No todo se puede dejar en manos del Gobierno nacional. Y de este, menos.
Pero el valor de tu voto no se agota en el municipio, vale más. Este voto del 8 servirá para hacer escuchar tu voz. Con claridad y fortaleza. Que tu voto retumbe. Que se sepa lo que sientes y lo que piensas. Lo que quieres y lo que no quieres. Muchas cosas están pasando en Venezuela y otras deberían pasar. Si quieres que cambien, vota. Porque solas no van a cambiar. Que se sepa si estás de acuerdo o no con la escasez, con la vida cara, con la violencia y la inseguridad, con la arbitrariedad de los poderosos. Es tu oportunidad. Única. Tu voto vale.
¿Para qué votar?, se preguntan unos. No vale la pena. Que no votes es lo que quieren los ladrones de elecciones. Ellos saben el valor de tu voto. Tenlo claro tú.
Por Ramón Guillermo Aveledo
