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¿El triunfo de la desesperanza?

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¿El triunfo de la desesperanza?

 

En momentos de crisis lo peor que le puede pasar a un pueblo es perder la esperanza, a partir de ese momento poco queda por hacer. Si usted en lugar de luchar decide entregarse, le está dando la victoria al contrario y quizás ese sea el triunfo menos costoso que este pudiera lograr. El oprimido, el que se había convertido en una piedra de tranca al resistir, se rinde, no lucha más, se le caen los brazos y se apodera de él la resignación. Mientras que el opresor celebra y no dejará de oprimir, pero ahora con el componente humillación, porque el pisoteado no será capaz, ni siquiera, de levantar la cabeza para defenderse.

 

 

 

Ustedes se preguntarán “¿Acaso uno come con esperanza y con toda esa verborrea?” Indudablemente que no, pero de cómo nos sintamos depende todo lo demás y en lugar de acabar con el problema, la desesperanza lo único que logrará es perpetuarlo. Por eso muchos sistemas se preocupan fundamentalmente por quebrarle la moral a su pueblo, convirtiéndolo en seres de mirada perdida, sin ganas prácticamente de vivir, subsistiendo día por día y haciendo de lo anormal una rutina.

 

 

 

Cuando uno escucha el discurso oficial repitiéndonos “no podrán jamás”,  hay que analizar esto desde dos puntos de vista. Uno cierto y otro que quieren convertir en un hecho. Hay un escenario que nadie niega y es que en una confrontación el pueblo está en condición de desventaja cuando uso de la fuerza se trata, pero está en condición de poder cuando hablamos de cantidad. Quiere decir, unos pocos, que no por eso son menos poderosos, dominan a una gran mayoría desesperanzada y lo hacen principalmente a través del discurso. En términos de la psicología social pudiéramos hablar de la profecía auto cumplida: terminas siendo lo que tu entorno afirma que eres.

 

 

 

Les digo la verdad, hay que estar loco para no tener días donde uno amanece contra el suelo por la situación país y razones tenemos de sobra, pero no será  desde el poder que nos dirán de qué soy capaz y de qué  no. Que nos retén debe generar el efecto contrario y afianzar nuestras posiciones: mantenernos firmes.

 

 

 

 

Dijo una vez un pensador, “la esperanza hace que el naufrago agite sus brazos en medio de las aguas, aún cuando no vea tierra por ningún lado”. Que veamos tierra y llegaremos a costa sin ahogarnos en la resignación depende de nosotros, respondamos al “No podrán” con un somos más y lo vamos a lograr.

 

 

 

@Brianfincheltub
Encontacto@brianfincheltub.com

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