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El SuperObamazo

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El SuperObamazo

Si el “Obamazo” tuvo como finalidad pulverizar los niveles de desaprobación que después de 55 años perduraban en América Latina con relación a la política de Estados Unidos hacia Cuba, el “SuperObamazo” se propone limpiar al continente de los últimos residuos del marxismo tardío que se propuso una despedida de la historia, “no con el sollozo” del que habló el poeta T.S. Eliot, sino con los gritos que están más a tono con su naturaleza retórica, fanfarrona y teatral.

 

Desgraciadamente, no sin antes hacerle un enorme daño a la región que, por sus debilidades institucionales intrínsecas, ofreció condiciones apropiadas para la resurrección del modelo que yacía bajo los escombros del Muro de Berlín, y, sobre todo, al país que, por sadismo, más que por ironías de la historia, le ofreció cuna y cobijo para que naciera, creciera y lo dejara -como antes a la URSS, China, Europa del Este, Cuba y Corea del Norte-convertido en ruinas.

 

Ya los desastres, sin embargo, están perpetrados, los desechos ruedan por todas partes, las víctimas contabilizan a 30 millones de seres humanos y lo que resta es que el pueblo venezolano, al lado de los demócratas de América, Europa y el mundo agencien las políticas para que cese la destrucción, los culpables sean desalojados del poder y sentados en el banquillo de la justicia global y se inicien las reparaciones que van a ser largas, costosas y dolorosas.

 

Pienso que el “SuperObamazo” -el Decreto mediante el cual el presidente Barack Obama declara la dictadura de Maduro como “una amenaza para la seguridad interna de los Estados Unidos”-, abre las puertas para el recorrido de una hoja de ruta que debe incluir: 1) El desenmascaramiento de la revolución castrochavista como un conato de subversión de la democracia, el estado de derecho y la pluralidad en la región, y, 2: Su sustitución por estados forajidos al margen de la ley que, presididos por dictadores neototalitarios, hacen parte de una cruzada mundial para reducir a cenizas la libertad, la tolerancia y los derechos humanos ínsitos a la civilización occidental.

 

Aliados del nuevo imperio ruso y de su zar, Vladimir Putin, de la teocracia de los ayatolas iraníes que preside Hasan Rohani, de criminales de guerra como el “Carnicero de Damasco”, Bashar Al Assad, de esperpentos como Lukashenko y Mugabe y de organizaciones terroristas como las Farc, Hizbolá y Hamas.

 

Y financiados todos y amamantados por la ubre de la riqueza petrolera venezolana (que en el último ciclo alcista de los precios del crudo -2004-08- dispuso de DOS BILLONES Y MEDIO de dólares ($2.500.000.000), con los que se le dio respiración artificial a la agónica dictadura de los hermanos Castro de Cuba; se modeló a neodictadores como Daniel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador, y Evo Morales en Bolivia; y regímenes populistas como el de Lula da Silva y Dilma Rousseff de Brasil, y los esposos Kirchner de Argentina se hartaron de negocios, cambalaches, triangulaciones o traspasos en dinero líquido para robustecer sus proyectos y gobernar como dinastías.

 

El resultado de las investigaciones que, después de dos años, realizó la “Secretaría del Tesoro” de los Estados Unidos en paraísos fiscales del Caribe, Europa, Asia y África arroja luz de cómo se lavaron capitales provenientes de las operaciones de Pdvsa y del “Cartel de los Soles”, para iniciar sus viajes hacia partidos subversivos del viejo continente como “Podemos” en España, organizaciones terroristas como Hizbolá y Hamas y de gobiernos ansiosos de “refrescar” sus finanzas como los de Irán, Rusia, Bielorrusia y Siria.

 

Por ahora, solo han salido a flote los casos de los bancos HSBC en Suiza, y la Banca Privada de Andorra, donde se han contabilizado 30 mil millones de dólares de procedencia gubernamental venezolana, y sin que exista otro origen de semejante circulación que el robo de los dineros públicos, dólares provenientes del narcotráfico y de cuanta actividad ilícita cursa por los ductos de la delincuencia organizada.

 

Son delitos que, lógicamente, despertaron la atención y la preocupación de la primera democracia del mundo, los Estados Unidos de Norteamérica, cuyo gobierno, en la persona del presidente, Barack Obama, ha interpretado correctamente que son recursos girados a sus enemigos de tres continentes para cumplir la obra que dejaron pendiente Lenin, Stalin y Mao y Fidel Castro y el difunto Chávez, soñaron un día con completar.

 

Pero eso en cuanto a Europa, Asia y África, porque, en lo que se refiere al Caribe, Centro y Sudamérica, la ubicuidad del “dinero negro” para la desestabilización, contaminación y, finalmente, destrucción de las democracias, fue mucho más diversa, sinuosa, simulada y opaca.

 

Yo diría que se realizó en tres frentes: 1) Especies, con la entrega a los países clientes de materias primas venezolanas como petróleo, hierro y aluminio.-2) Transacciones financieras que incluían créditos, préstamos, financiamientos y compra de papeles y bonos basusa.-3) Traspaso de ingentes cantidades de dólares en efectivo que viajaban por decenas de millones a países cuyos gobiernos y organizaciones partidistas necesitaban para corromper a sus burocracias.

 

Sobre los primeros, hay amplia documentación en acuerdos, negociaciones y tratados, en los que la Venezuela chavista asumió el suministro de petróleo a intereses ínfimos y plazos a 20 años, primero, de los firmantes del Acuerdo de San José, y después, de Petrocaribe.

 

En lo que se refiere a las subvenciones financieras, la más famosa fue la compra de bonos basura al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner de Argentina, por un total de 10.000 millones de dólares que, desde luego, quedaron sin colocación y ningún tipo de compensación por parte de los vendedores.

 

Estaban, por último, los traspasos de dólares en efectivo, que empezaron a conocerse tan temprano como 1999, cuando, desde Quito, se denunció que millones de los verdes habían llegado de Caracas para apoyar a la retroizquierda en el proceso que, después, en el 2006, llevó a la presidencia al “Inca de los ojos verdes”, Rafael Correa; y que más tarde aparecieron en Santa Cruz, Bolivia, pero para otro Inca, “el de los ojos negros”, Evo Morales; siguieron, vía Brasilia, para financiar la primera campaña electoral de Lula; y harían historia en Buenos Aires, luego que agentes aduanales, no prevenidos, descubrieron que un venezolano, Guido Antonini Wilson, le arrimaba 800.000 dólares a otra aliada, Cristina Kirchner, empeñada en suceder a su marido, Néstor, en la Casa Rosada.

 

¿A cuánto ascendió tal reparto del nuevo milagro de los “panes y los peces”? ¿A qué cantidades se empinó el que, sin duda, fue el manejo más irresponsable y escandaloso que había efectuado cualquier presidente con los recursos de cualquier país?

 

Imposible calcularlo, aunque sí es posible tasar que, tanto como 3000 millones de dólares se espalillaron para crear mamotretos como la Celac, y la Unasur que debían sustituir a la OEA, 5000 millones para un bloque comercial, el Alba, concebido para aplicarle una muerte súbita al Alca, de inspiración imperialista, y miles y miles de millones más para crear Telesur, cadenas de emisoras continentales, intentos de reinstalar a presidentes en la presidencia, como Manuel Zelaya, en Honduras, y para oxigenar a la octogenaria y putrefacta dictadura de los hermanos Castro en Cuba.

 

Borrachera, pase, carnaval, orgía o piñata en la que se tiró al basurero la última oportunidad de Venezuela para desarrollarse y actualizarse económica, política, científica, tecnológica y culturalmente y que solo deja una sociedad de colas, donde los ciudadanos, pasan sus días y sus noches buscando, desesperadamente, lo indispensable para sobrevivir.

 

Somos un país en ruinas, con un gobierno que está empeñando las reservas en oro para procurarse unos pocos dólares, insolventado al extremo de que se endeuda para pagar deudas, que entrega reservas de crudo y territorio a los chinos por préstamos de cancelación a 20 años, y que, sin efectivo, vuelve al trueque para cambiar petróleo por leche, carne, café, aceite, azúcar… por lo que haya.

 

Que es ya una dictadura de viejo cuño, como la de Gómez, Pérez Jiménez, Stalin, Franco, Pinochet, Videla, los hermanos Castro, con más de 100 venezolanos en las cárceles, 1000 entre torturados y enjuiciados y decreta que los represores pueden a ir a las manifestaciones con armas de guerra para asesinar manifestantes.

 

Y con licencia para atropellar, torturar y matar por gobiernos y partidos y que “democráticos” de la región, ya que, si en su mayoría mamaron hasta hace poco de la teta venezolana ¿cómo iban ahora a morderla?

 

Por la mayoría de los países de la tres Américas menos uno, el más importante, los Estados Unidos de Norteamérica, que lanza un grito de alerta, a través de su presidente, Barack Obama, con el “SuperObamazo”, para que la comunidad democrática del mundo recoja las miasmas del marxismo náufrago e irredento y las lleve definitivamente al cementerio.

 

Manuel Malaver

 

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