Acabaron con la plata / y se echaron a reír, / pero les puede salir / el tiro por la culata

Ricardo Aguirre (La Grey Zuliana, 1968)

Las tres derrotas de Maduro

Nicolás Maduro y su partido político Psuv, acumularon en apenas tres años las tres derrotas, contundentes todas, que marcan el final del ciclo histórico de la “revolución” iniciado con el intento de golpe del año 1992.

La gestión de su gobierno tiene un rechazo popular que supera el 75%, porque sus políticas marxistas han arruinado al país entero: Venezuela es hoy un país atrasado, mono exportador y desabastecido. Nadie cree hoy que con Maduro y su gobierno la situación mejorará.

La derrota moral, desde sus muy oscuros decretos con un Hugo Chávez moribundo, pasando por el nepotismo familiar de él y su pareja, que quedó sellada con el apresamiento en Haití de dos sobrinos de Cilia Flores en una operación antinarcóticos, uno de ellos ahijado de Maduro, que además portaban pasaportes diplomáticos.

Y la derrota electoral, desalojados de la Asamblea Nacional por el voto popular, que los aplastó otorgándole mayoría calificada a la opción de cambio.

De ellas, la más importante es la derrota moral. El país rechaza el manejo corrupto de su gestión, la telaraña de privilegios y negociados que ha tejido junto a su entorno. El país todo clama por justicia, que se atrapen a todos los que se han robado el dinero de las medicinas y la comida de la nación. La nación emerge sobre valores de hidalguía, honestidad y solidaridad.

Si yo pierdo, tu no ganas 

La aplastante derrota electoral, significa de hecho un máscara de oxígeno para el gobierno de Maduro, carente de toda gobernabilidad. En la calle manda la anarquía y el narcotráfico. Pero Maduro, el más violento y menos político de todos los presidentes que ha tenido Venezuela, la rechaza, pretende que una “críptica” unión cívico-militar-judicial doblegará el voto popular, anulándolo, y sometiendo a la sumisión a la grey venezolana.

En su lógica, pretende que el ganador se comporte como un perdedor. Maduro no sólo habla con pajaritos, sino que también cree en pajaritos preñados. El mandato de cambio crece en los caseríos, pueblos y ciudades del país. En las entidades públicas, universidades, comercios, empresas, en las calles.

El juego no cooperativo yo pierdo – pero tu no ganas es sencillamente inviable. No tiene cómo sostenerlo. Y es condenar a muchos más venezolanos a la muerte, por la violencia, la falta de medicamentos y de alimentos.

Sin queso la tostada

Han pasado diez días desde la instalación de la nueva Asamblea Nacional. En condiciones de crisis es mucho tiempo. Para la gente común, a esa que le pidieron el voto, no le ha entrado el primer queso a la tostada.

Con un “líder” sin moral, sin gestión, y desalojados de la AN, a los “revolucionarios” sólo les queda apelar a la mentira y al relato, que es en esencia la “revolución”: un cuento, una lloradera, un señalamiento de otros como culpables. Es una historia de derrotas tras derrotas. Es un rumbo, siempre a un nuevo fracaso.

Maduro y el Psuv tienen el monopolio de las divisas, de la fijación de precios, de la fijación de las ganancias, del tránsito de mercancías, de la movilidad laboral. También el monopolio de la hiperinflación. Y piden más controles, para una emergencia que precisamente la creó los monopolios estatales sobre la economía, que está de hecho arrasada.

Dos relojes

El tiempo de Maduro pasó. También el de la “revolución”. La inseguridad, el desabastecimiento de alimentos y medicinas y la rabia marcan el tiempo de la calle. No en meses, ni horas, en minutos, que es la unidad tiempo que tarda en desaparecer la carne o la leche en un mercado cualquiera.

A los asambleístas, oigan el tic tac, porque Maduro, lo sabemos, es sordo.

@morandavid