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El rapto del Padre Nuestro

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El rapto del Padre Nuestro

La pretensión hegemónica del régimen rebasa los límites de la cordura. Han secuestrado las instituciones vulnerando los derechos de todos, solo una minoría privilegiada goza de las canonjías que se obtienen de la ubre del poder corrompido. Ahora procuran invadir los asuntos de la fe. Anhelan elevar a Hugo Chávez hasta los predios celestiales de Dios.

 

Que los ángeles rindan pleitesía a sus veleidades de troglodita trasmochado y gárrulo. La sustitución del autor de la vida por la de un inventor de cuentos mentirosos. Solo mentes retorcidas o carcomidas por un acendrado fanatismo pueden redactar un Padre Nuestro a favor de este sombrío personaje.

 

El mundo trastocado del chavismo quiere construir su propio evangelio. Su historia la llenan de apóstoles y profetas de un desastre que no pueden ocultar. De pronto han teñido de rojo su paraíso de desvaríos. Un clásico adulante queriendo arrastrarse hasta los pies de los jerarcas elaboró un Padre Nuestro chavista.

 

Creemos que son muchas las cosas que descifra el original con respecto al hombre que tratan de equiparar con Jesús. El divino Salvador lo expresó en oraciones hermosas. Su vida fue un ministerio incomparable que llevó esperanza de gloria tanto a su pueblo como a todo aquel que cree en él. Es una relación estrictamente espiritual que escapa de las normas humanas.

 

El totalitarismo siempre ambicionó lograr la perpetuidad que tiene el cristianismo. Jesús es un paradigma que envidian aquellos que usan la fuerza para aniquilar a sus semejantes. Cuando el régimen busca equiparar a Hugo Chávez con Cristo sigue la regla clásica de la estrategia comunista. Si observáramos con detenimiento ambas performances llegaríamos a la conclusión de que son extremos insalvables. Jesús practicó la bondad sin límites, el otro se convirtió en un duro encarecedor de su pueblo.

 

Mientras el Salvador tendió la mano para salvar las almas pecaminosas, Hugo Chávez cerró su puño para aprisionar hasta ahogar al adversario. Toda una prueba del odio como mecanismo político. En cambio, la Palabra de Dios descansa en los brazos del amor.

 

Con quien sí podemos comparar a Hugo Chávez es con fanáticos insidiosos como Joseph Stalin. Desde el poder aplicaron todo un mecanismo perverso que diera al traste con la libertad. Control absoluto de las instituciones hasta hacerlas simples parapetos de un orden monolítico que preconiza la imposición de un modelo esclavizante en detrimento de millones de ciudadanos deseosos de vivir en democracia.

 

Raptar el Padre Nuestro para cambiarlo por una guasa propia de la confusión ideológica que los caracteriza es algo tan pobre en la concepción principista que fue rechazado por el país entero. Los cristianos no comparten que el Salvador puede ser colocado al mismo nivel de un hombre que protagonizó la división venezolana, nos llevó al despeñadero siendo el padre de este desastre…

 

alexandercambero@hotmail.com

@alecambero

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