La escasez es un fenómeno típico de las economías controladas por el Estado. La expresión más clara de la escasez suele ocurrir en el socialismo, en particular en aquellos experimentos donde el Estado ahoga la iniciativa de la gente y se convierte en propietario de los medios de producción.

En Venezuela la medición de la escasez la venía realizando el BCV, quien calculaba un indicador con periodicidad mensual y que se publicó hasta octubre de 2013, cuando Eudomar Tovar, a cargo del BCV y Elías Eljuri, feje del INE, optaron por esconder esa cifra, correspondiente a los meses de noviembre y diciembre. Según los datos de octubre e información que llega por vía extra oficial, al cierre de diciembre la escasez se situó en el entorno del 25,0%.

Esto significa que de cada cien artículos que toma en cuenta el BCV, veinticinco estaban ausentes al momento de la medición. Ahora bien, ocultando la información no se resuelve el problema. La escasez en Venezuela a comienzos de enero de 2014 está adquiriendo signos dramáticos al no encontrarse en los establecimientos un conjunto de bienes esenciales tales como la harina de maíz, azúcar, leche en polvo y líquida, aceite, entre otros, para no mencionar el caso del cemento y la cabilla que están desaparecidos.

A ello se ha sumado los electrodomésticos por cuanto al decretarse la rebaja generalizada de precios, los consumidores se abalanzaron sobre esos bienes y ahora no se consiguen porque no se han renovado los inventarios. En el caso de los alimentos, la escasez tiene dos causas. La primera un control de precios absurdo y la restricción de divisas.

Respecto al control de precios, éste en ninguna parte ha logrado bajar la inflación y contrariamente lo que ha causado es destrucción de capacidades productivas porque los productores tienden a emigrar hacia actividades donde no hay controles de precios o sencillamente cierran los negocios porque a esos precios no se puede producir rentablemente.

El control de precios lo que genera es desacato como ocurre con el cemento: el saco del producto está regulado en Bs. 34 pero en el mercado negro se vende a Bs.110. Lo mismo sucede con el azúcar, la harina de maíz y la leche, para citar algunos casos.

Igualmente, sin acceso a los dólares, en una economía importadora como la de Venezuela es muy difícil producir. Los productores acumulan una deuda gigante con proveedores externos y éstos decidieron cortar el crédito a Venezuela hasta que se le pague lo adeudado. La escasez causa inquietud social, estrés y molestias.

Por José Guerra