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El miedo

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El miedo

Los gobiernos autoritarios siempre se han querido sostener infundiendo el temor. Cuando pierden apoyo popular, porque se van quedando huérfanos de confianza, de la gente que se cansa y obstina de sus engaños. Asimismo, cuando se les agotan las excusas para tratar de justificar lo que racionalmente no tiene ya justificación que valga, entonces recalan en las políticas del miedo.

 

Les muestran a los ciudadanos sus filosos colmillos, y, además, se encargan de dar testimonios fehacientes de que están determinados a hincarlos en el pescuezo del que se resbale. ¿Y qué debemos entender por resbalarse? Bueno, no tener miedo a solicitar los cambios que requiere el país cuando los gobiernos se equivocan. Cuando los mandatarios se burlan de la confianza que se les otorga para que cumplan con la Constitución Nacional, y no para que la “pateen” cuando les venga en ganas.

 

Los regímenes autoritarios necesitan de pueblos resignados, temerosos de perder las asistencias de las administraciones paternalistas que son eficientes para cumplir la destreza de empobrecer a las sociedades para hacerlas, inusitadamente, dependientes de las ayudas que les suministran por cuenta gotas. La estratagema consiste en buscar que la gente sobreviva en la miseria, en la pobreza, pero que no pueda salir de ese barranco jamás. El destino será siempre ese abismo de injusticia.

 

Esos espantos tienen diferentes facetas. Uno de ellos es el odio. Dividir a las familias hasta consumar la fractura de un pueblo, facilita el camino al pánico. Por eso controlar los medios es fundamental, porque desde esa trinchera se presentará una mentira, una y otra vez, incrustando en cada hogar una falsa realidad. “Los supuestos problemas de la salud, de la inseguridad y la escasez de alimentos y medicinas, son inventos de los enemigos de la revolución”. Ese estribillo lo reciclan a cada instante los voceros del régimen.

 

Otro rostro es el de policía o el de juez. Si te pones a contrariar el pensamiento único, entonces te perseguirá la intolerancia y serás acusado formalmente ante un tribunal como conspirador; antes te vigilará la policía, y simultáneamente serás “molido” en una campaña difamatoria. Se apoyarán en la impunidad, porque se puede atropellar cualquier derecho humano, y si te quejas o protestas, igual vas preso o te descalifican.

 

Los gobiernos autoritarios que fracasan en sus políticas públicas, que estafan a los pueblos, que despilfarran o se roban fortunas, perseveran en la idea de controlar esos poderes, y saben que el miedo sirve para ensimismar a los seres humanos. Pero en Venezuela hay otro tipo de temores que impiden que la ciudadanía se paralice, y es el inmenso miedo que sentimos de perder la libertad si nos resignamos a existir bajo amenaza con un fastidioso rabo entre las piernas.

 

Antonio Ledezma

@alcaldeledezma

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