El jefe del gobierno ha declarado que los incendios en las refinerías obedecen a sabotaje. En particular el ocurrido hace un año en el Centro de Refinación de Paraguaná, integrado por las refinerías de Amuay, Cardón y Bajo Grande, el segundo en capacidad de refinación a escala mundial. Lo hizo la oposición, afirmó, para influir en las elecciones presidenciales.
La explosión e incendio, de acuerdo a las primeras cifras dadas por el entonces vicepresidente Jaua, eran treinta y nueve muertos, ochenta y seis heridos, y resultaron afectadas doscientas nueve viviendas y once locales comerciales. Entre los fallecidos, diez y ocho efectivos de la Guardia Nacional. Fue el desastre más grande ocurrido en la industria petrolera venezolana en toda su larga historia, antes y después de la nacionalización.
Eulogio del Pino, uno de los viceministros de Petróleo, dijo entonces en VTV que no descartaba la hipótesis del sabotaje, en algún momento se culpó al imperio y luego el difunto Presidente tomó una línea prudente de investigar las causas de la fuga de gas que está en el origen del siniestro. Un año después no ha concluido la investigación. Contra lo declarado por el ministro Ramírez, tampoco se ha restablecido la plena capacidad de refinación del Centro, que en el mejor de los casos supera el setenta por ciento. En realidad, la empresa ha prometido varias veces investigar las causas de los accidentes, cuya frecuencia ha aumentado, pero nunca lo ha hecho. Pero no se puede decir que haya ocultado antecedentes.
En la Memoria y Cuenta de 2011, el Ministro Ramìrez informó que de nueve paradas de mantenimiento programadas en el Centro, sólo se realizaron tres, y que no hubo avances en los trabajos de mantenimiento mayor en las refinerías del país. Pero lo que sí hubo fue siete paradas no programadas, ocasionadas por fallas eléctricas, fuga de gases, roturas, problemas en la operación de gruas, fallas en las bombas y falta de gas natural. En 2013 hemos tenido otros incidentes, más pequeños y a Dios gracias, sin víctimas, en las refinerías de Puerto La Cruz y El Palito. Los sindicatos de trabajadores han planteado severas observaciones a las condiciones de mantenimiento, prevención y seguridad industrial en las instalaciones petroleras.
Expertos y estudiosos reconocidos en el área han formulado hipótesis profesionales sobre lo que puede estar pasando, cuyo resumen para legos puede ser tan sencillo como que las medidas que se están tomando no son las adecuadas. El Ministro Ramírez, de cuya remoción han corrido insistentes rumores pero se los considera improbables dado su poderío, ha declarado el fin de semana pasado que trabajan en desmantelar «una banda de infiltrados” en Pdvsa, que la extrema derecha quiere teñir de sangre el país sea como sea y que ha declarado una guerra «mediática, económica” contra la empresa.
Bueno, de acuerdo a sus palabras, es bastante màs que mediática y económica. Los señalamientos del Ministro obligaràn a Pdvsa a renegociar los seguros pagando màs. Lo que quiere decir que alguien hará un negocio muy bueno con esa denuncia. Uno no puede decir que tenga que ver una cosa con la otra, pero en Pdvsa hay siete altos ejecutivos, incluido el mismo Ramìrez, que desempeñan más de un cargo de alta responsabilidad. Los enchufados de la estatal petrolera deben tener regletas de doble cara para sus enchufes.
El más conspicuo de ellos es el ingeniero Asdrúbal Chávez, quien es viceministro de Refinación y Petroquímica y vicepresidente para Refinación, Comercio y Suministros, lo cual lo hace responsable supremo de las refinerías del país, y, al mismo tiempo, desempeña las presidencias de ocho empresas filiales: Pdvsa Marina, Pdvsa Naval, Comerchamps, Interven Venezuela, Commercit, Pdvsa Trading, Tradecal y Refiner{ia Isla. Además, es miembro de las juntas directivas de PDV Holding, PDV America y Citgo Petroleum. ¿No será prudente preguntarle a él quien es el infiltrado?
Por Ramón Guillermo Aveledo
