El hombre de la inteligencia

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El hombre de la inteligencia

La fe de Luis Alberto Machado en la trascendencia de su propuesta es conmovedora

 

Luis Alberto Machado fue uno de los grandes hombres, pero también uno de los grandes incomprendidos en Venezuela. Sus teorías sobre el desarrollo de la inteligencia -un hito en la educación mundial- en Venezuela pasaron más como una excentricidad que como lo que realmente fueron: una revolución.

 

 

Machado es quizás el mejor ejemplo de que nadie es profeta en su tierra. Su iniciativa de convertir al Estado en el promotor del desarrollo de la inteligencia humana fue desestimada por muchos cuando Luis Herrera Campíns -en un acto de audacia- creó el Ministerio para el Desarrollo de la Inteligencia. Y lanzada a la basura, literalmente, cuando Jaime Lusinchi, de un plumazo eliminó el despacho. Sin embargo, muchos países adoptaron sus técnicas de desarrollo de la inteligencia.

 

 

Hoy decenas de miles de venezolanos que participaron en aquellos programas saben de primera mano y agradecen la estimulación temprana y la metodización de todos los procesos de enseñanza que desarrollan la inteligencia. Yo que tuve el privilegio de haber estado muy cerca del doctor Machado puedo dar fe de las cantidades de personas que se le acercaban a agradecerle su cruzada.

 

 

Machado nunca se amilanó por las acérrimas críticas. En la UCV de Edmundo Chirinos estuvo a punto de ser linchado por una multitud enardecida aupada por el tristemente célebre exrector. Pero la Historia se encarga de enderezar las cargas.

 

 

En 1979, Luis Alberto Machado contó con el apoyo de José Antonio Abreu para demostrar la validez y pertinencia de sus teorías: en pocos meses, un grupo de niños (que jamás habían estudiado música) entre quienes se encontraban indios pemones y dos de las hijas del doctor Machado tocaron el cuarto movimiento de la IX Sinfonía de Beethoven. ¡Qué esperanzador es creer que podemos volar tan alto como queramos, solo si aprendemos cómo volar!

 

 

Con el tiempo, hay consenso en que el proyecto que en primer término abrazó la Universidad de Harvard y que aplican en tantos otros lugares, es una forma de realizar esa utopía. Luis Alberto Machado merece todos los honores. Vaya este, mi humilde homenaje, al genio que no sólo dedicó su vida -sino que demostró con ella- que todos -si queremos- también podemos llegar a desarrollar nuestras potencialidades.

 

 

 

Carolina Jaimes Branger

@cjaimesb

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