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El Gobierno obligado a negociar

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El Gobierno obligado a negociar

No es posible que el Gobierno derrote a la oposición, pero tampoco es factible que la oposición pueda desaparecer al chavismo. Esa es una lección con la cual hemos convivido 18 años. La consigna muy utilizada por Hugo Chávez: “no volverán” refiriéndose a que la oposición no volvería a gobernar al país se hizo cuesta arriba.

 

 

 

El chavismo ha hecho lo imposible para hacer valer tal primicia. Ha reprimido con ferocidad; ha inhabilitado dirigentes políticos opositores; ha creado gobernaciones y alcaldías paralelas; la Constituyente, sin respaldo electoral legítimo, es un organismo paralelo a la Asamblea Nacional y ejerce las funciones del organismo legislativo; han ahogado financieramente a las gobernaciones y alcaldías opositoras, perseguido, encarcelado y llevados al exilio a importantes alcaldes y gobernadores opositores.

 

 

 

Sin embargo allí está la oposición con sus partidos políticos, están los gremios y organizaciones sindicales, están las ONG cumpliendo el rol vigilante que dejaron de hacer las instituciones del Estado y están los sectores productivos trabajando a pesar de las arremetidas constantes desde el Gobierno.

 

 

 

En otras palabras, el Gobierno no ha podido cumplir con el sueño de Hugo Chávez  de extinguir a la oposición y por el contrario el consenso mayoritario de la sociedad venezolana está a favor de restaurar la democracia en Venezuela. Volver a la civilidad, a la institucionalidad y a la libertad económica.

 

 

 

En el Gobierno y en el sector militar ha costado que se entienda que en Venezuela es imposible instaurar un modelo a la cubana, donde solo existe un solo partido político y un pensamiento único en la sociedad: “El comunismo”. Ni aún con el poder de las armas ha sido hasta ahora, posible aplastar o desaparecer las ideas democráticas que han sido la forma de vida del venezolano en los últimos 50 años.

 

 

 

El socialismo del siglo XXI, que Fidel Castro definió con mucha claridad como “el comunismo” de este siglo, ha hecho su tarea en Venezuela con el empobrecimiento de la población, la desaparición de la autonomía de poderes, destruyendo la capacidad productiva y convirtiendo a la FAN en brazo armado del PSUV.

 

 

 

Pero lo que no ha podido ver realizado es el objetivo de desaparecer a la oposición democrática (partidos, gremios y sociedad civil) la cual con todos los errores que puede haber cometido y seguirá cometiendo, está allí con una presencia cada vez más importante en el escenario nacional e internacional.

 

 

 

Pero este sector también debe observar que el chavismo y la izquierda radical seguirá allí, existiendo, a pesar del desastre implantado en Venezuela, el cual reconocen hasta sus propios aliados, como ha sido el caso de Cristina Fernández de Kirchner, quien reconoció que en Venezuela no hay Estado de Derecho, hay presos políticos y es líder en el continente en ausencia de democracia.

 

 

 

Al igual que Gobierno no puede derrotar a la oposición, ni siquiera con la fuerza de las armas, la oposición deberá encontrar una vía de negociación para que el chavismo acceda a unas elecciones libres que ofrezcan una salida política.

 

 

 

Estigmatizar un diálogo no resuelve el problema como tampoco evocar una salida militar internacional.

 

 

 

Luego de 30 años de dictadura y 12 años de lucha armada, Guatemala encontró en Esquipulas una salida negociada a la crisis que llevó al país de la barbarie a la civilidad. Todo ello gracias a la visión de líderes democráticos.

 

 

 

La negociación es inevitable, pero en ella debe haber condiciones de igualdad y una delegación opositora que cuente con el respaldo de toda la oposición en su conjunto.

 

Es cierto que el Gobierno de Maduro no es solo una dictadura, sino que muchos de sus altos funcionarios están vinculados a mafias organizadas solicitadas internacionalmente y a la corrupción. Pero justamente esa condición, más la violación de los derechos humanos, ha aislado al Gobierno financiera y políticamente y obligado a buscar una salida negociada. De manera que por el contrario, en lugar de fortalezas, ellas son importantes debilidades que los obliga a encontrar una fórmula para sobrevivir.

 

 

 

Francisco Olivares

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