El exilio…una pena perpetua
julio 24, 2013 10:04 am

“Después de la muerte, el exilio es lo peor que le puede ocurrir a un dirigente, a una persona; hombre o mujer de cualquier país del mundo”, de esta forma califica Carlos Ortega el destierro sufrido desde hace casi 8 años en el libro “Memorias del exilio político venezolano en Perú. Hablan sus protagonistas” de Lucrecia Morales García y Juan Carlos Morales.

 

José Manuel Lira, chileno quien también tuvo que emigrar en su momento de la tierra que le vio nacer, afirmaba algo terrible con respecto a esa situación: “Lo peor del exilio es no ser tomado en cuenta por los tuyos”

 

En mi actividad periodística he tenido la posibilidad de conversar con compatriotas que se encuentran fuera de Venezuela por persecuciones de todo tipo y todos, sin excepción, confiesan que para el exiliado la vida es una angustia espiritual, una nostalgia permanente de su tierra, sus costumbres, su gente. Una profunda tristeza de desencuentro. El exilio, amigo lector, es una pena perpetua. Una vez leí que para el exiliado no sale el sol. En las interminables noches de insomnio se sueña despierto retornando a la querencia.

 

Por todo lo anteriormente escrito es que en estas líneas elevo mi protesta “pacífica” a quienes el pasado sábado no le permitieron la entrada a la Universidad de Lima, al compatriota Carlos Ortega, al encuentro organizado allí con el ex candidato y gobernador del Estado Miranda, Henrique Capriles, en el cual se reunió con venezolanos y peruanos para hablar de la actual situación en nuestro país ¿Quién tuvo la nefasta idea de no dejar entrar a Carlos Ortega? ¿Cuál razón privo para la negativa?

 

Una vez, conversando con mi padre sobre la época del dictador Marcos Pérez Jiménez, me contaba como Luis Herrera, joven exiliado y ejerciendo el periodismo en España, le enviaron a Costa Rica donde se encontraba el líder Rómulo Betancourt, también en situación de exilio, y lo primero que hizo fue ubicar al compatriota adeco, saludarlo, intercambiar ideas y acompañarse mutuamente en el destierro. En esos tiempos, agregaba papá, se conseguían desde Venezuela algunas ayudas económicas para enviárselas a estos hombres y mujeres perseguidos a razón de su lucha por instaurar en el país un sistema de convivencia, respeto y libertades y así, apaciguar en algo la angustia de la lejanía ¿Ese ADN solidario, democrático y de inclusión se perdió?

 

Carlos Ortega, es el venezolano con mayor tiempo en el exilio por razones políticas y es bueno recordar, que fue sentenciado a 16 años de cárcel por “protestar” ese 11 de Abril, junto a un millón y medio de venezolanos que salimos a la calle para reclamar al gobierno de Chávez su intención de politizar a Petróleos de Venezuela, cuestión esta que está mas que comprobada con el paso del tiempo. ¿o no es verdad que PDVSA se ha convertido el brazo financiero de la revolución bolivariana en Venezuela y América Latina?

 

La lucha debe ser contra los que no quieren un régimen de derecho y garantía para la vida, para los que están contra el progreso y la propiedad ganada con esfuerzo, contra quienes niegan y persiguen la pluralidad de las ideas y del pensamiento. Hay que darle la espalda al totalitario y darle la mano al pueblo, que somos todos.

 

La crítica y autocrítica no acaban con la unidad…ellas deben servir como vehículo para ampliarla y solidificarla. Sirvan estas líneas para solidarizarme con los exiliados y presos políticos que son la primera motivación de la lucha por el rescate de la democracia extraviada.

 

Al amigo y compatriota Carlos Ortega, mi abrazo cargado de venezolanidad.

 

 

pereznitu@gmail.com

 

Por: Nitu Pérez Osuna