El evangelio repetido
noviembre 8, 2014 6:37 am

Los domingos la mayoría prefiere dormir hasta tarde y quizás es la razón de que tan pocos hayan manifestado su sorpresa por lo que Oscar Schémel presentó en el programa que conduce en la Nueva Globovisión, la versión mediática de la Nueva Pdvsa. Antes debemos señalar que el propietario de Hinterlaces también estrena imagen. No solo se le percibe más robusto y próspero, sino que también refrescó la grafía de su apellido.

 

Agregó una tilde al apellido germano, pero no a su nombre que en español sí lleva acento gráfico, por ser palabra aguda y terminar en “r”.Obviamente, son trucos para llamar la atención, pero creo que en su caso para pasar inadvertido, que no lo confundan con el encuestador “independiente”, ajeno a estrategias reeleccionistas y a los “gastos varios” de las partidas del Estado.

 

Schémel ahora es un profeta del nuevo socialismo, olvídense del vejestorio que fue presentado como el socialismo del siglo XXI, que como neomarcusiano (de Marcuse, Óscar) ponía el énfasis en el lumpemproletariado como alma y motor de la revolución. Ahora “el sujeto social” no es clase E, sino D. Contrario a las premoniciones de Héctor Rodríguez, el ascenso social no los convirtió en “escuálidos”, esa versión criolla del “no-gente” estalinista y del “gusano” que impuso la Stasi en Cuba, sino en mejor revolucionario.

 

Como un nuevo Moisés que ha divido las aguas del mar Rojo, anuncia la nueva clase social, “el nuevo sujeto social histórico”, que ya no es el conformista que se cala las largas colas bajo el sol y la lluvia de Mercal, o el que les mete papelitos a los jefes para que le consigan una casa, un carro chino o los inscriban en una misión, sino un chavista crítico y autónomo, que constituye “el nuevo corazón político de la sociedad”. Carajo.

 

El nuevo profeta, Schémel, no anuncia una hoguera de vanidades, sino un socialismo de rostro humano al mejor estilo Petkoff. Afirma que los “nuevos sujetos sociales históricos” constituyen casi tres cuartos de la población venezolana y, albricias, creen en la economía mixta, con diversas formas de propiedad, que incluyen el Estado y la privada; “pero demandan orden, eficiencia y progreso.

 

Son humanistas y socialistas que aspiran a una sociedad humanitaria; valoran las misiones sociales, pero también el empleo como instrumento para salir de la pobreza”. Vendo un ejemplar de la Constitución de 1947 y otro de la de 1961. No muera en la orilla después de tanto nadar.

 

Ramón Hernández