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El empresario

Nada garantiza al empresario el éxito, pues tiene que interactuar en la incertidumbre

 

 
No se puede comprender el proceso económico sin atender a las características de uno de sus roles más importantes. La acción humana, dice von Mises, sobre cualquier otra consideración, es el esfuerzo personal de mejorar constantemente la propia condición, lograr las metas y maximizar los beneficios. No hay otra ética personal más fuerte. Lo que realmente mueve a la gente es la satisfacción de su propia prosperidad. Y lo hacen en competencia con otros seres humanos que intentan lo mismo. El sistema de mercado es esa tensión transaccional entre una oferta y una demanda que encuentra en el precio la información fundamental. La gente común y corriente sabe cuánto cuestan los productos, si ese precio es razonable, si la calidad del producto es suficientemente buena y si las ganas de tenerlo son suficientemente grandes como para destinar ciertos recursos escasos para obtenerlo.

 

 

La gente nunca está satisfecha. Siempre quiere más. Siempre aspira a otras cosas. Siempre tiene sueños que todavía no ha realizado. Pero vive en un mundo donde los recursos son escasos, el tiempo es demasiado breve, y toca por lo tanto decidir qué si y qué no. Nadie puede tenerlo todo. En ese contexto se hace presente el empresario, que con su impulso y perspicacia descubre nuevas oportunidades de mercado, inventa nuevas necesidades, mejora los precios y orienta los esfuerzos y recursos necesarios para explotar esa nueva oportunidad. El empresario es el agente central de la economía capitalista.

 

 

 

Debemos a Israel Kirzner, de la escuela de economía austríaca, el esfuerzo de presentarnos al homo agens que no solo está provisto de la tendencia a perseguir sus fines eficientemente, sino también del impulso y la perspicacia que se necesitan para definir los fines a alcanzar y los medios disponibles. El empresario siempre está al acecho de una oportunidad de negocio. Tiene presente que siempre es posible “darle la vuelta” a los factores de producción para transformarlos en nuevas soluciones que la gente está dispuesta a adquirir siempre y cuando se atiendan las peculiaridades de los posibles clientes en términos de gustos, valoraciones personales, ingresos y manejo de las tecnologías. El empresario se asoma a su realidad y se pregunta si eso que está pensando es posible, es rentable y es atractivo para la población a la que se la piensa ofrecer.

 

 

 

El empresario es el actor principal del mercado y el mercado solamente es factible en libertad. Cualquier intento de perturbar la libertad de metas y de elección de sus cursos de acción dañan la empresarialidad porque afectan las condiciones del mercado. Los modelos dirigistas de planificación central e intervención de la economía dañan su esencia sin ser una solución de mejor calidad. Todas las economías de planificación central tienen más pobreza, más represión y menos alternativas de realización personal.

 

 

 

¿Cuáles son las condiciones en las que opera este espíritu empresarial? Israel Kirzner diría que hay unas reglas y premisas que hay que mantener. La primera de ellas garantizar la libertad de actuar sin obstáculos y delimitaciones arbitrarias. La segunda la presencia de un estado de derecho y seguridad jurídica que garantice normas claras, consistentes y estables. Una cancha de juego y unas reglas mínimas para que el buscador de nuevas oportunidades no se desanime y lo siga intentando. La tercera condición es el reconocimiento de los derechos de propiedad. La cuarta condición es la posibilidad de suscribir contratos fundados en la buena fe de las partes. La quinta, el respeto por los estándares morales de cada uno. La sexta, el respeto por las metas que cada quien se plantee como valiosas y susceptibles de ser realizadas. La séptima, con un sistema monetario consolidado y sofisticado. La octava, con la presencia de un gobierno limitado a lo que realmente le corresponde, sin extensiones e intervenciones indebidas. Y finalmente, con el aporte de curiosidad, inteligencia y determinación de cada uno.

 

 

 

Nadie le garantiza al empresario que tenga éxito. Es solamente una especulación porque necesariamente tiene que interactuar en un ambiente caracterizado por la incertidumbre, que es contrarrestada por el mantenerse constantemente alertas a las posibilidades y a las necesidades potenciales de los consumidores. El empresario es un descubridor nato. Ve oportunidades de negocio donde el resto no aprecia nada sustantivo.

 

 

Víctor Maldonado C.

victor.maldonadoc@hushmail.com
victormaldonadoc@gmail.com
Twitter: @vjm

 

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