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El dólar paralelo

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El dólar paralelo

 

Venezuela vive un estado de frenesí causado por la pronunciada depreciación del bolívar respecto al dólar en el mercado paralelo. En los últimos tres días la moneda nacional ha perdido más de 50% de su valor con relación al billete verde. Esa noticia se ha regado como pólvora y es motivo de conversación entre ricos y pobres, entre burgueses y proletarios. ¿Qué factores pueden explicar semejante caída de una moneda en tan poco tiempo? Es muy difícil saberlo y probablemente nunca lo sabremos. Tengo la impresión de que no hay una causa meramente económica detrás ese movimiento del dólar en tan corto plazo, sino que más bien han jugado factores psicológicos, que crean una típica situación de pánico, producto de la pérdida de confianza en la moneda, todo lo cual ha precipitado un derrumbe de la demanda por bolívares y una mayor preferencia por dólares y otros activos, sustitutos del dinero. Pero tal vez lo más relevante sea analizar la tendencia de la cotización del dólar a un plazo relativamente más largo, digamos dos años.

 

 

En ese lapso también se verifica una clara tendencia a la depreciación del bolívar que guarda relación con el deterioro de los fundamentos de la economía y de la clara inconsistencia de la política económica. En los últimos dos años, después de abandonar el Sitme, el gobierno ha aplicado tres esquemas cambiarios para tratar de contener el alza del dólar paralelo: el Sicad I, el Sicad II y el Simadi, ninguno de los cuales ha tenido el efecto esperado. En buena medida el problema de la escalada del dólar reside en un modelo económico que promueve la desconfianza en la tenencia de bolívares, debido a que nadie tiene certeza sobre sus derechos de propiedad. Pero también hay aspectos que tienen que ver con la política económica propiamente dicha.

 

 

Para comprar un dólar caro debe haber bolívares suficientes y estos los ha creado el BCV para financiar a Pdvsa. Así, entre abril de 2015 y abril de 2013 el BCV imprimió 237,0% más billetes que el año 2012 y para cubrir el déficit de Pdvsa el BCV tuvo que aumentar en 444,0% la generación de nuevos bolívares. Pero al entrar a circular un bolívar emitido por el BCV, éste se transforma en cuatro bolívares por la vía del crédito bancario, lo que agrega más presión al mercado cambiario. Con una tasa de interés ultra baja, es un negocio redondo financiarse para comprar dólares sabiendo que este va a subir. Eso sucedió con el Sicad II. Muchos se endeudaron para adquirir dólares baratos y de la noche a la mañana multiplicaron su patrimonio.

De esta manera, lo que está detrás de esta fenomenal caída del bolívar en el mercado paralelo, visto el asunto a mediano plazo, es una política monetaria absolutamente absurda que consiste en imprimir bolívares para financiar el déficit del sector público, principalmente de Pdvsa. Esa situación se ha agravado por un acto irracional: el empeño en mantener una tasa de cambio a 6,30 bolívares, lo que crea un exceso de demanda permanente sobre las reservas del BCV y hace imposible asignar dólares a esa tasa de cambio. Pero como el BCV a través del Simadi tampoco entrega dólares a una tasa de cambio más devaluada, la demanda se canaliza hacia el mercado paralelo.

 

 

Lo peor está por venir porque una buena porción de los bienes fija sus precios según ese dólar paralelo, de manera tal que se aproxima una nueva oleada de alzas de precios que en poco tiempo hará posible que un dólar a 400 bolívares nos luzca barato, como hoy parece barato un dólar a 300 bolívares. Estamos pues a bordeando la hiperinflación con el agravante de una escasez en aumento.

 

 

José Guerra

 

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