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El dilema venezolano

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El dilema venezolano

 

El socialismo del siglo XXI busca el debilitamiento de la sociedad para alcanzar la hegemonía en todos los ámbitos de la vida

 

En Venezuela se intenta implantar un sistema distinto y contradictorio con la Constitución a partir de la manipulación de las libertades democráticas y los recursos del Estado.

 

La política venezolana se resume en un dilema. Una visión, llamada “socialismo del siglo XXI”, niega el pluralismo, pretende gobernar indefinidamente y busca imponer un esquema económico en el que todo gire alrededor del Estado. La otra es la democrática. Una sociedad plural, deseosa de representación y participación real en el sistema político y ávida de libertad para trabajar y librarse de las restricciones que el Gobierno impone a cada paso que dan los ciudadanos. De cómo resolvamos el dilema depende el futuro de todos.

 

El socialismo del siglo XXI busca el debilitamiento de la sociedad para alcanzar la hegemonía en todos los ámbitos de la vida. Su estrategia es simple. El mayor poder del Estado debe ser la otra cara de la moneda de una sociedad desarticulada y con poca capacidad de organización y participación. Paradojalmente, al Estado se lo debilitó en el altar del poder personal hiperconcentrado. Estamos ante una suerte de estatismo sin Estado. Es decir, es un Estado débil institucionalmente, ya que el poder ha estado en manos de un líder que controla los poderes públicos y los maneja con total discrecionalidad, y que, al faltar él, deja un vacío que su sustituto constitucional no puede llenar. Porque el liderazgo carismático es de naturaleza distinta a aquel emanado de las normas burocráticas.

 

El Poder Judicial, el Legislativo, y el órgano electoral, entregaron su autonomía y lucen desorientados en ausencia del jefe, cuya sustitución por el aparato partidista luce difícil y remota, lo cual no resta capacidad destructiva a los tercos esfuerzos por implantarla. El Gobierno debilita el sindicalismo independiente y minimiza la empresa privada. La Fuerza Armada es politizada, contra la Constitución.

 

La regulación exacerbada es la vía para debilitar a la sociedad. Control de cambios, de precios, del mercado de trabajo, la educación, de nuestra capacidad de movilizarnos fuera del territorio nacional y hegemonía comunicacional. Como dice Pino Iturrieta, “ahora el Gobierno está más presente y es más avasallante en la medida en que influye en la vida privada y en las actitudes colectivas como pocas veces antes. (…) El desvivirse por las decisiones oficiales no formó parte de la sensibilidad del pasado próximo”. Así estamos.

 

Ramón Guillermo Aveledo

rgaveledounidad@gmail.com

 

 

 

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