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El delirio de un ministro

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El delirio de un ministro

 

Lo aseguró con “cara de tabla” el ministro del Poder Popular para el Comercio Exterior e Inversión Extranjera Jesús Faría Tortosa, va a traer desde el mundo ¡300 mil millones de dólares fugados! pero no indicó ni por qué se fueron, ni los motivos por los que regresarían, ni quiénes ayudaron en ese escape.

 

 

 

Comunista por convicción y herencia de su padre, fundador junto con los hermanos Machado del Partido Comunista de Venezuela, de la cual fue secretario general, Jesús Faría, quien, si no recordamos mal, no era de los más transigentes con el tropical y personal marxismo leninismo de los Castro en Cuba. El padre no era delirante, su hijo sí.

 

 

 

El ahora fabulador hijo, atornillado desde sus comienzos en el chavismo, ha sido utilizado por Nicolás Maduro en diversos e importantes cargos, en los cuales, imitando con esmero a su jefe, suele ser mucho lo que habla y poco lo que dice, con ninguna emoción, síntoma ineludible del madurismo. Chávez y el chavismo eran igualmente improvisados, pero al menos derrochaban apasionamiento.

 

 

 

A Chávez, los Castro y cubanos de apoyo fingían que le creían, las personas inteligentes y medianamente preparadas nunca lo harían, pero a veces, a muchos provocaba creerle. A Maduro y maduristas no sólo no se les cree, sino que además aburren. Si las cadenas y discursos del Presidente fueran después de las 10 de la noche, serían muy populares, ayudarían a quedarse dormidos. Un somnífero natural que actúa con rapidez inusitada. Sin embargo, tienen el riesgo de efectos secundarios que, muy posiblemente provocarían atemorizantes pesadillas. Un psiquiatra nunca las recomendaría.

 

 

 

El Ministro Jesús Germán Faría que habitualmente pontifica desde un mundo de sueños delirantes de grandes inversiones internacionales, y de milagrosas recuperaciones de la misma economía que su jefe y camaradas han hecho y siguen haciendo pedazos cada vez que emiten sonido, nos sale ahora con que todo se está preparando para volver a traer al país la pelusa, la bicoca, de 300 mil millones de dólares. Parece un sketch de Radio Rochela.

 

 

 

Saquen la cuenta, camaradas, eso viene siendo algo así como Bs. 300.000.000.000.000 al cambio de Dólar Today, o Bs. 190.000.000.000.000 al cambio Simadi, escojan ustedes. Claro, pensará el Ministro, con esa boloña de dinero se salva la Patria, renace la revolución y se acaban las angustias de Maduro. Con esos ingresos no hay desabastecimiento que aguante dos pedidas incluso con los mejores esfuerzos de corruptos, ladrones y zánganos de oficio, enchufados y bolichicos que han hecho fortunas a cuenta del chavismo primero, del madurismo después y de todos los venezolanos siempre.

 

 

 

En estos tiempos de transición nace un nuevo género de tracaleros y hampones, conocidos como “los doble propósito”. Aquellos que robaron, aun roban y financian a ciertos opositores comprando impunidad y repatriación. Increíble, intolerable, son unos sinvergüenzas ellos y los que desvergonzadamente aceptan esos dineros sucios y malolientes.

 

 

 

El Ministro no aclaró adecuadamente el proceso, más bien lo enredó y se hace un lío entre inversiones que vendrían como maravillosos tsunamis, millones que traerían venezolanos que sacaron su dinero de Venezuela precisamente porque no confían en funcionarios como él y la mil veces prometida por Maduro recuperación de los precios petroleros. Faría no es el más indicado para lograr el retorno de dinero. Es un reconocido creyente de las bondades comunistas, no las que aplica China, sino las impuestas en la URSS. Que un ñangara sea el que invite a los capitalistas a traer fortuna, demuestra la poca o ninguna seriedad del gobierno. Por cierto, no les extrañe que, si le dan tiempo, Maduro y su obediente cancillera le conceda una base militar al insistente y gran productor de petróleo Vladimir Putin, con la excusa de nuevas inversiones con trueques revolucionarios.

 

 

 

Nada dice ni parece esperar el Ministro Faría, en cambio, de la enorme cantidad de millones de dólares sustraídos descaradamente del bolsillo de los venezolanos por jóvenes y viejos incluso de “buenas” familias, enchufados al régimen y con habilidad para testaferrear a funcionarios bandidos, que les conceden contratos sobrevalorados y muchas veces ni siquiera realizados, a hijos, sobrinos, hermanos, amigos de jefazos civiles y militares –de la quinta y la cuarta– que son dueños de mansiones, caballerizas, autos de alta gama, clubes, jets privados, y hasta se jactan de impunidad, aparecen en revistas europeas de la gran burguesía enseñándole al mundo y sus compatriotas, lo que puede comprar un ladrón y otras delicias de la riqueza, especialmente la mal habida. Otro monto, difícil de precisar, es el que otros corruptos se llevaron del país después de colaborar con la “revolución”.

 

 

 

Eso para no comentar los que han descubierto las exponenciales ganancias del tráfico de drogas, pero ése es asunto de la DEA y del imperialismo estadounidense; aunque, claro, más cerca de nosotros, también es cuestión de pranes y bandas de delincuentes que lucran y asesinan a cuenta del narcotráfico, tanto como los terroristas y narcoguerrilleros colombianos, a quienes el Presidente Juan Manuel Santos poco le faltó para entregarles casi todo en generoso acuerdo afortunadamente frenado por la mitad del pueblo. Aunque a cambio recibiera el premio Nobel de la Paz.

 

 

 

De nada de eso, donde hay de verdad millardos de dólares usurpados a Venezuela, habló el Ministro Faría. Afortunadamente observan, analizan y anotan, muchos venezolanos y ONGs que esperan paciente y nada perezosos a que se produzca, más temprano que tarde, el cambio político que permitirá y agilizará los juicios a los malhechores y bandoleros que expoliaron nuestro país.

 

 

 

Ellos dirán y cumplirán lo que una vez proclamó Nicolás Maduro y jamás ha cumplido: «Les pido ayuda para combatir la asquerosa corrupción que aún existe en diversos sectores del país. Le pido ayuda al pueblo para ir por ellos sin clemencia: corrupto traidor, ¡vamos por ti»!

 

 

 

Y eso, en estas bocas nuevas, justas y equitativas, es compromiso de venezolanas y venezolanos de todos los grupos socioeconómicos, regiones y edades, unidos por una misión común: la renovación a fondo de Venezuela a través de la indispensable e impostergable lucha contra la corrupción.

 

 

 

Cualquiera dijo alguna vez, no hay nada más cobarde que un millón de dólares, cobardía que aumenta significativamente cuando se trata de $ 300 mil millones.

 

 

 

Armando Martini Pietri

@ArmandoMartini

 

 

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